Quelhue, paraje mapuche

Entre senderos de bosque nativo y cielos limpios y estrellados se recorren cerros, valles y praderas de una comarca conocida como Quelhue, nombre que en lengua mapuche significa “tierra roja”.

Queule es el nombre de la pasarela que se localiza en el camino hacia el lago Caburgua. El territorio aledaño, en el que habita un conjunto de familias mapuches, se conoce también como Quelhue. A ambos se llega en auto o en bicicleta y constituyen un paseo hacia poblaciones más pequeñas pero muy atractivas. En otros tiempos, el río Trancura se traspasaba por un viejo puente de madera de una sola mano que aún perdura en su espacio original, inactivo. A su lado se construyó con hormigón uno más alto, fuerte y moderno. El antes y el después que marcan un cambio de movimiento de autos y población. Por debajo de ambos, el mismo río sembrado de piedras y sonido agradable; desde el más elevado observamos los volcanes Lanín, Quetrupillán y Villarrica con gran nitidez. En verano, se instala allí la feria costumbrista Kui Kui, que ofrece a lo largo de toda la jornada artesanías y platos típicos mapuches junto a música de esa cultura.

  • Puente de Quelhue

    Puente de Quelhue

  • Pasarela Quelhue

    Pasarela Quelhue

  • Rucas construidas con madera nativas

    Rucas construidas con madera nativas

  • Casa comedor

    Casa comedor

  • Revestidas con paja brava

    Revestidas con paja brava

Por un camino de ripio hacia Río Plata, alcanzamos la casa de la familia Esparza H-Colipi, de la comunidad Manuel Huaiquivil. Sus integrantes abrieron sus puertas para que conociéramos cómo viven, cuáles son sus costumbres y tradiciones. Además de participar de su gastronomía, celebraciones y entretenimientos, es posible alojarse en sus rucas construidas con madera nativas (hualle o roble pellín, maqui, sauce) y revestidas con paja brava. Las originales albergaban a todo el grupo familiar, que compartía el ambiente único. Las actuales sirven únicamente de dormitorio, fresco y con camas y colchones cómodos. Las comidas y el encuentro posterior en el fogón son momentos en que se conocen los hábitos ancestrales, los cultos religiosos junto al rehue, un tronco de árbol sagrado, y el profundo respeto por la naturaleza. Quizá sean los extranjeros quienes más acuden a las rucas, ya que sienten pasión por conocer esta cultura milenaria y por realizar caminatas por las zonas aledañas. El juego de palín es apreciado por los más jóvenes y se parece al actual hockey. Ahondar en visiones distintas a las de las grandes urbes es quizás el principal componente de estas salidas que pueden realizarse en auto o bicicleta, a lo largo de una jornada o pasando la noche allí.

Autor Mónica Pons Fotografo Eduardo Epifanio

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