Aluminé Historia y leyendas

Historia

Fue fundada el 20 de octubre de 1915 por el Decreto Provincial 664, en el cual se la designaba cabecera departamental. Esta fecha es tomada como el día del aniversario de la localidad.

Las primeras autoridades se asentaron en lo que hoy es el paraje Casa de Piedra, en ese entonces llamado Rucachoroy, a solo 4 kilómetros de la actual ciudad de Aluminé.

El Juzgado de Paz y el Registro Civil funcionaron allí desde 1905 hasta 1914 y la policía desde 1906 hasta 1916; posteriormente se trasladaron. En 1926 se creó la primera Comisión de Fomento.

En relación a los primeros pobladores, podemos rescatar que en 1904 Cristian Joubert se instala con su familia cerca del paraje Maipen, donde luego vivió uno de sus hijos.

Entre muchos otros pioneros, vale la pena destacar a don Juan Benigar, nacido en Croacia el 23 de diciembre de 1883. Llegado a la Argentina en 1908, en 1910 se casa con una nativa pampeana emparentada con la dinastía Catriel, doña Eufemia Sheypuquin Barraza, de cuyo matrimonio nacen 6 hijos varones y 5 mujeres, cuyos hijos, nietos y bisnietos vivieron en la localidad.

En 1925 decide cambiar su lugar de residencia por invitación del escritor Felix de San Martín y se establece en el paraje Quila Chanquil.

Tras la muerte de su esposa, debe abandonar este lugar y se traslada a Pulmarí por poco tiempo. Como destino definitivo quedó el paraje Poi Pucón (a 5 kilómetros de Aluminé). Hoy en ese lugar vive su hijo mayor, don Ñancu Benigar.

Es claro, entonces, que no hay un fundador en particular, pero el asentamiento de estos hombres y muchos otros tan importantes por su labor como los citados hicieron que con su permanencia y trabajo junto a sus familias llevaran adelante el crecimiento firme y constante de Aluminé.

Leyendas

Pehuen
Entre los árboles que traen fruta, el buen Dios creó para beneficio de la gente: la araucaria, o como dicen los indios, el pehuén, cuyas cápsulas de semillas con forma de bola o cabeza no consideraban al principio un alimento.
Los mapuches veneraban la araucaria y la consideraban un árbol sagrado, a su sombra rezaban, le brindaban ofrendas de carne y sangre y humo, salpicándolas con mushai, la chicha dulce o fermentada, lo adornaban con regalos y le hablaban como si fuera una persona y hasta se confesaban con él.
Las sabrosas pepitas dulces del pehuén quedaban inutilizadas, quizás porque no tenían buen sabor cuando estaban crudas y ellos no sabían prepararlas: de modo que las dejaban tiradas en el suelo, considerándolas venenosas.
Y ocurrió que el reino de los mapuches pasó por un período de gran hambruna, tanto que muerieron muchos araucanos. Los que morían antes que nadie eran los niños y los ancianos.
Entonces, los viejos de las tribus mandaron a la gente joven en busca de comestibles de distintas clases y a distintas partes: bulbos de lirio y otras flores y plantas, bayas, hierbas y granos de cereales silvestres, raíces amarillas dulces y, naturalmente, también carne de animales salvajes. Pero.... ¿dónde estaba todo aquello, dónde se escondía ?
Casi todos los mozalbetes mapuches volvieron hambrientos sin haber hallado cosas comestibles. Dios, el Grande del cielo, no quiso seguir oyendo el clamor: el Chau no escuchaba las plegarias, se fingía sordo.... Y su gente se moría.... Sólo uno de los emisarios consiguió algo.
Cuando éste volvía, lo interpeló durante el trayecto un anciano desconocido, ansioso de saber qué buscaba en las montañas en gran parte pobres, arenosas y áridas. El joven le confió su pena y la de sus hermanos hambrientos de la tribu y el viejo replicó, con extrañeza:
-¿No son suficientemente buenos para ustedes los piñones ? Caen de los árboles harto maduros ya basta una de sus cápsulas para nutrir a toda una familia.... Pero hay que hervirlos hasta que se ablanden, hervirlos con mucha agua o tostarlos sobre el fuego. Y hay que enterrarlos en el invierno para preservarlos de la helada.
Después de estos buenos consejos, el viejo de la larga barba desapareció de improviso.
El joven araucano se llenó el manto de las cápsulas de semillas más grandes que encontró y se las llevó al más anciano de la tribu, junto con el mensaje que le había dado el hombre de la larga barba.
El anciano y el joven llamaron a toda la gente de la tribu y se habló de lo convenido. Entonces, los más prudentes dijeron:
-Ese sólo puede ser nuestro Chau, nuestro padre que bajó para nosotros a la tierra a fin de salvarnos. Seguiremos sus indicaciones, no desdeñaremos el regalo que nos permite comer, no obstante ser un alimento que proviene del sagrado árbol que sólo a El pertenece.
De inmediato, hirvieron aquellas alargadas frutas en agua buena y otros las tostaron sobre el fuego. Fue un gran festín.
Desde entonces ya no padecieron escasez, porque los innumerables árboles existentes alrededor del volcán Lanín y sobre él les ofrecieron muchos regalos de esa clase. De esa época datan las fiestas populares, consistentes en un viaje anual de los indios con sus familias a las montañas y regiones de las araucarias a fin de juntar los víveres preciosos para el invierno, katangos y piñones de un color oro oscuro.
Los guardan bajo tierra, donde se conservan durante todo el verano frescos y dulces, siendo muchas veces el único alimento de los indígenas.
Fabrican también la embriagadora bebida llamada chahui ( o chawü), hecha con los mejores nguilliu, nombre que les dan a los piñones.
Pero poco después de la época a que nos referimos, el Dios de los araucanos no bajó ya a la tierra y algunos de nuestros antepasados afirmaron que lo capturaron y mataron los blancos cuando quiso visitar por última vez a sus dilectos hijos araucanos.
De todos modos los antiguos, cuando rezaban al salir el sol, como lo hacemos hoy todavía muchos de nosotros, sobre todo los más ancianos y los que viven solitarios en lugares poco poblados, tenían y tienen siempre en la mano, en la mano limpia y aseada y bien abierta, una ramita o fruta del pehuén, y dicen:
-Dado por Ti para no dejarnos morir de hambre.
¨A Ti debemos nuestra vida y te rogamos, a ti, el Grande, a Ti nuestro padre, que no dejes morir a los pehuenes.
¨Deben propagarse como se propagan nuestros descendientes, cuya vida te pertenece, como te pertenecen los árboles sagrados ¨.
Así saben rezar los ré che, los araucanos de sangre pura a su Dios y Dueño del mundo.

Afpin: el narrador ha terminado.
Pehuén: pino patagónico, araucaria imbricata. Fruta: los piñones. Se le considera árbol sagrado y recibe ofrendas.
Muschay o muday: bebida alcohólica, hecha de diferentes clases de cereales o de patatas mezcladas con granos. Maíz preferido.
Chau: padre, también Apu
Del Libro ¨Cuentan los Araucanos¨Bertha Koessler-Ilg , Edit. Nuevo Extremo.

Rogativa al Pehuén Mapu Cushe
Recopilado por Gregorio Alvarez, 1981
De Cuentan los mapuches, Cesar A. Fernandez.

Espíritu de la tierra del pehuén:
Estás viéndome en tu pensamiento,
Y en el semblante de tu ser
Sólo buen sentimiento se ve;
Dame un lindo arrebol,
Gran espíritu que en el cielo estás:
Y que tu pensamiento también
Siempre el bien en mi cabeza
Y me haga sentir esto pronto !...

Cuentos

Cuento Damasio Caitrú
Su autobiografía grabada por Jorge Prelorán en 1966.
Recopilado por Gregorio Alvarez, 1983

Dice Caitrú que su mamita, la Juana Vera, que en mapuche se llamaba Incao, le contó que había nacido en Azul. Que era una chica que ya sabía andar a caballo. Cuando la gente aborigen de la zona supo que los "huincas" estaban tomando cautivos a todos los jefes o caciques, de entre éstos uno llamado Queupu hombre "petisito" que usaba grandes aros, encabezó gente y huyeron del Azul. Llegaron el río Colorado, lo "bandearon" (vadearon) a este lado y vivieron aquí, 4 ó 5 años. Pero los huincas vinieron avanzando hasta donde está el pueblo de Las Lajas, aquí en Neuquen. De ese rincón.... los indígenas huyeron de nuevo hacia el sur, y pasando el río Covunco, llegaron al lago Aluminé que entonces lo llamaban Huenucó (agua del cielo). Por allí los huincas tomaron a un hermano del cacique Queupu y lo cautivaron conjuntamente con las mujeres, que andaban "piñoneando". De allí, llegaron hasta Trompul en donde la madre tenía un tío que era cacique en Chile, y tenía cuatro mujeres. Desde allí pegó la vuelta otra vez y llegó nuevamente a la frontera. Por ahí se enlazó el brazo derecho de mi madre con mi padre, Cecilio Caitrú, quien desde muchacho ya sabia andar a caballo, con "un conocimiento" nacido en Pilo Lil, acá, en la Argentina.
Cuando ya quedó en paz nuestra Argentina, esa gente volvió. Así fue la vida de mi madre y de mi padre.
Después que estuvieron varios años en Chile, cuidando su salud y su vida, como no eran chilenos, volvieron acá a Ruca Choroy. Y aquí están sepultados en este valle de Ruca Choroy.
De ahí, entonces, comenzaron a levantar, ahí fue que dejaron todas las riquezas mi abuelo Juan de Dios Vera, el padre de la mamita mía, porque salieron a enterrar la plata y ella se acuerda. La abuelita, la mamá de mi mamá, pegó la vuelta cuando ya quedaron en paz y no encontraron el entierro que está al lado de un molle. Grande. Había mucho herraje. Así acordaba mi mamaita. Entonces cayeron a Chile, pero ya personas grandes, y de allá volvieron para atrás otra vez y entonces se juntaron a la entrada, se matrimoniaron con mi padre Cecilio Caitruz, quien viajaba para abajo, para el lado de Bahía Blanca, Patagones. Ya sabía que por ahí ya esta bien mansita la gente. Ya no le hacían nada a la paisanada ni a la indiada tampoco. Ya estaban todos bien, trabajando. Después salieron y llegaron al Pulmarí y ahí vinieron a nacer todos los hermanos. Aquí en Pulmarí nació la finada Carmen, la Ceferina, la Isabel y la Mercedes, cuatro hermanas. La mamita nació aquí en Ruca Choroy, cerca del pueblo y yo nací ahí, poquito más allá de donde está el cacique Aigó. Y yo me junté con la señora, la primera mano que tuve, que se llamaba Juana Morales, el año 1929, el 2 de Setiembre, me junté con ella y viví encantado con ella y tuve cinco criaturas, todas niñas mujeres. Y en 1944, me dejó después de haber vivido tan bien con ella. He trabajado, he hecho empeño en tener un negocio aquí, en mi casa, y ella me ayudó mucho. Si, por poco que teníamos, habíamos trabajado muy bien, con mi finada mujer. Muy bien habíamos trabajado. Las criaturas, que eran cinco criaturas, cuando nos dejó, la última criaturita llamada Beatriz Aurora tenía tres años cumplidos y andaba pegando a los cuatro cuando quedé con la última criaturita. Ya estaba solo algo más de dos años, durmiendo solo.
Había una vecina, señora de un primo hermano, un tal Arsenio Añiuil, y estaba la señora muy grave; no sé de qué había fallecido y yo quedé de ir bien temprano, porque me había dormido, lo habían acompañado un par de noches a ese hombre, y quedé de ir bien temprano. Me quedé dormido porque no había dormido dos noches antes. Me soñé que me vino a despertar el lucero.
¡Pero quí bonita cara ! Y la vista bien levantada, verdadera una persona; pero relumbroso que me llegó a relumbrar en el sueño, ¿no ? En sueño parece que era verdad, que vino a invitar que nos vamos que ya está de día. ¡ Que vamos! Y me levanté, medio desesperado, medio asustado, al ver a esa persona, pero era el lucero, la estrella grande.... qué venía el día.
Me levanto y salgo puerta afuera. Más o menos como treinta centímetros o cuarenta centímetros afuera de la cordillera, estaba asomada la estrella grande. Por eso que hoy en día, como me invitó como compañero y tengo entendido que mi mamita, mi abuelita que era Luisa Henumán que se llamaba por parte de la mamá de mi papá, que el que sueña con la estrella, los indígenas, es una grande acción que le da y hay que nombrarlo cuando uno ruega..... Y yo para rogar en mi propia palabra, tengo que acordarlo....
Unelfe lo llamaban en mapuche, es el que trae toda la claridad al venir el día. Ahí he soñado muy bien en esa parte y voy con eso, y por eso digo yo, señora Marta, que no es buena, buena, buena acción que ha prestado nuestro Dios, porque no voy tan mal hasta acá. Es una buena señal soñar con la estrella y hay que creerlo y no hay que olvidar.
Después de ese entonces pasé, pasé y a los cuatro años junté con ella, la segunda mujer, llamada Isabel Peña. No había que hacerle, porque usted sabe, tenía mis criaturas, claro..... Las hijas cuando crecen, cuando ya son grandes, ya tienen que cambiar una idea, porque hay que respetarla, no como la señora, ¿ no es cierto? La señora y el marido siempre más amante. La hija cuando es criatura chica, entonces uno puede acariciarla todo lo que quiera, pero cuando ya es persona grande, ya se cambia un poco. Y en ese sentido y como indio.... y por el momento tengo cuatro, pero se me han muerto varios. Hemos tenido la mala suerte. Tenemos varios muertos, varones y mujercitas. ¡ Ah! , ese a última hora, el año, el año cincuenta y dos, vine a relacionarme y en el cincuenta y tres ya, entonces, los juntamos recién y la idea que yo lo pensaba.... la idea que le señalara nuestro Dios, digo yo, porque mi padre tuvo dos señoras. Y muchas veces como dice una cosa va ser por la herencia y digo yo hasta acá, tendrá que ser así ..... que una persona por ejemplo, agarra una señora, una niña o..... llega el asunto que sin pensar, muchas veces.... cuando ya está, recién piensa muchas cosas, pero gracias a Dios uno, digo yo, hasta acá que comer no me ha faltado, durante el tiempo que yo estoy viviendo, hasta hoy en día con la familia. Y ese agradecimiento que tengo por nuestro Dios, ahora si me faltaría, pasar una necesidad, claro que no tengo..... Soy pobre, pero.... qué comer, principalmente habiendo qué comer está todo bien. Yo estoy bien, contento, porque estoy lleno, con el estómago bien lleno y la mujer y los hijos todos están bien. ¿Y qué va a hacer ? Si lo da nuestro Dios tenemos que recibirlo y nos quiere lo mesmo, tengo dos, tenga cincuenta hijos, lo mesmo los quiere, por lo menos, mi idea es esa. Tengo muchos hijos pero lo mesmo los quiero, los estimo...... ¡ no sé !

De Cuentan los mapuches, Cesar A. Fernandez, Bibliot.de Cult. Arg.

Testimonio recogido en Moquehue, Neuquen .

Una vez me encontré con un anchimallén. Es una criatura chica que han comido los brujos. Arde por la boca y por los ojos. Va de saltito en saltito no más. No camina como la gente. Era de forma de una criatura, desnudo, de más o menos así (señaló con las manos una dimensión de más o menos 0,50 mts.)
Los anchimallén tienen la misma finalidad que el choñchoñ. Andan asustando a la gente. Es el mismo espíritu que el Kalku, más o menos, pero con distinta forma de salir. Sale con distintas formas para que sea menos notado por la gente, para que impresione más a la gente. Echa fuego por los ojos.
El wichalalwe anda a caballo. Ese es grande, de más o menos 2,50 m de alto. Es más alto que el caballo. No echa fuego por los ojos, es sólo sombra negra. Persigue mucho cuando le han hecho mal.
El kal´ku entrega su propio hijo para salvarse. La familia bruja va matando a su misma familia, para mantener al espíritu, para salvarse el brujo o si no el espíritu lo mata. El brujo siempre mata al pariente, nunca al extraño.
Al renü van para ser ricos, para ser domador, guitarrero. El diablo le enseña. El que abre la puerta del renües el wekufü, a todos los aborígenes que más o menos han sido brujos.
Al principio el que es kal´ku se enriquece, pero cuando muere el brujo empieza a venir la pobreza. Se le van muriendo los animales, el espíritu maligno se los come. En el renü los brujos juegan la familia – juegos parecidos al truco – porque al diablo le gustan todos los juegos.
El diablo vive de la absorción de la sangre. Cuando carnean un animal, quedan restos de sangre que cae, cuando es un animal chico (se refiere al que aún no ha alcanzado el estado adulto) le echa ceniza encima para que no se acerque el diablo.
Ha pasado un caso de un hombre en Pulmarí que iba por un sendero, a la media tarde, hacia el Picudo (un cerro) y de repente vio una polvareda de uno que venía cabalgando y cuando se enfrentaron era una piedra en forma de cristiano y un caballo, pero lo mismo que un cristiano parecía. Entonces le sacó la oreja del caballo y le goteó a la "piedra busto" , le dio sangre, porque esos quieren sangre no más , y se fueron no mas.
Colo-colo es un pájaro grande que grita de noche, impresiona a cualquiera. Todos se meten dentro de la casa. Dicen que lo tiene el kal´ku cuando está alojado en un campamento y si grita seguro que tiene que morir uno de antes del año.
Kill-kill también es brujo. No es igual que choñchoñ. Kil kill es sólo para asustar, es mandado por el brujo para escuchar y ver cómo anda. Está parado la noche entera gritando. Kill kill es un pájaro, no daña.
Choñchoñ puede ser hombre o mujer, desde los 20 años o poco antes. Puede matar o volver loco porque es perseguidor. Los indios ponen una cabeza de caballo sobre la casa. Es contra.
El cherufe es una bola de fuego con cola. Es el máximo del diablo. Tiene casi la forma de un helicóptero. Anuncia los años malos. Si va a haber mucha nieve. Tiene su estación para trasladarse. Por ejemplo, si lo hace de sur a norte, porque iba a ser nevador, malo. Y si lo hace de norte a sur iba a ser un buen invierno. No ataca. Lo tienen como anunciador y lo hace muy bien.

Enero de 1973.-
Del libro "Tres entidades wekufü en la cultura mapuche" de Else María Waag, Eudeba .

Testimonio de R.C. Aluminé, Neuquen

Cherufe. Ese que anda volando cuando.... cuando llevaba un pelotón de fuego. Cuando va, es algo así como un cerro que suena. Ese tiene una cola larga. Una cola bien larga, y llevaba un pelotón de fuego, así como cabeza de una persona. Entonces va, va derecho no más. Llega a la cordillera, y ése cuando llega suena como tormenta, pero no apareció tormenta. Tum, dice así. Ese, ése casi puro fuego no más. Ese, dicen que cuando llega así, dicen que viene invierno malo. Decía la gente que iba a haber invierno malo. Eso es cierto. Ahora, ahora vamos a tener un invierno fierísimo, fierísimo.... Ese no pasó nada todavía, porque ya salió todas las cosas que va a haber, hoy tormenta, hay viento, hay cerrazones, todo eso.
Ahora sí ...si.....si, va a haber invierno malo, va a pasar ése. Ese pasa en el cielo. Se ve muy grande, grande. Yo dos veces lo vi. Una vez un día como ahora ¿no? ( era un espléndido día de sol). De repente lo vi un poco, salió así... un cerro alto que hay, lo vi y dije ¿qué será?
Fui corriendo a la casa, le dije a mi mamá. Mamá, - le dije yo – mirá lo que va allá. Y alcanzó a ver poco mi mamá. ¡ Ay! –dijo mi mamá – ése muy malo ése – dijo –va a venir invierno malo. Echa puro fuego – dijo – echa puro fuego, pero lleva una cola grande de fuego y un pelotón así ..... No sé cómo será, porque yo lo vi así no más. Pero parecía cabeza de .... cabeza de animal, así ¿ no ?, pero colorado, colorado, bien colorado. Ahora, años cuando vine de allí: primer año que llegué acá también paso ése. Se vino allá y se fue. Casi quedamos enterrados en la nieve acá .... y no pudimos salir, yo tenía corredor cuando estuve en la escuela ahí , y me quedé cerrada ahí. Se parejó la nieve en el corredor.

Del libro Fenomenología de la religiosidad mapuche , Pbro. Oscar Barreto SDB. Archivo Histórico Salesiano de la Patagonia Norte .


Organiza tu viaje con: welcomeargentina.com | welcomeuruguay.com | welcomechile.com