Razas indígenas habitaron el suelo neuquino desde hace miles de años. De las más antiguas se conservan leves vestigios como pinturas y grabados rupestres. Las últimas razas que habitaron el territorio del Neuquén, antes de la conquista, fueron PUELCHES - PEHUENCHES - MAPUCHES.
Llamados así por los Mapuches chilenos, el nombre significa "gente del este".
Se agrupaban en tribus gobernadas por un cacique. Las familias practicaban la monogamia, aunque los caciques y personas importantes podían tener varias esposas.
Eran de estatura alta y cabeza más bien alargada, que solían desformar artificialmente en los bebes.
Su forma de vida era nómade y su principal alimento lo obtenían del guanaco y del ñandú, a los que cazaban con arcos, flechas y boleadoras. También recolectaban raíces y semillas y preparaban bebidas alcohólicas.
Vivían en toldos de pieles y su vestido era el quillango, manta confeccionada con piel del guanaco con los pelos hacia adentro. Lo adornaban por afuera con dibujos geométricos. Se sujetaban el pelo con una vincha y calzaban mocasines de cuero. También solían pintarse la cara según las ocasiones.
A partir del siglo XVI los Mapuches o araucanos fueron penetrando desde Chile y de a poco se fueron extendiendo por la Patagonia y las pampas argentinas. Los Puelches se fueron fusionando con ellos tomando sus costumbres y su lengua.
Los Mapuches también adoptaron formas de vida de los Tehuelches, como por ejemplo, el tipo de vivienda y la vida nómade, que les permitieron adaptarse al nuevo territorio.
Los pehuenches habitaron la zona de los pehuenes o araucarias. Eran altos y delgados. El color de su piel era más oscuro y su cabello ondulado.
La base de su alimentación eran los piñones de las araucarias que cosechaban y conservaban durante el invierno en silos subterráneos. Con ellos hacían una especie de pan y una bebida parecida a la chicha.
Cazaban guanacos y recolectaban semillas y frutos silvestres. Sus viviendas eran toldos de cuero y los vestidos también los confeccionaban con pieles y se adornaban con plumas.
Poco a poco, después de la infiltración de los araucanos de Chile que se asentaron entre ellos, se fueron "araucanizando" y perdiendo casi todas sus primitivas costumbres y hasta sus características físicas.
Son los llamados araucanos, pueblo originario del territorio chileno, con amplísima difusión en la Argentina, donde llegaron a ocupar en tiempos de la colonia todo el territorio pampeano y el norte de la Patagonia hasta parte de Santa Cruz, hace unos 250 años.
Con esta inmigración, se dio un proceso de adaptación y fusión con los pueblos anteriores a su llegada, sin grandes violencias y desplazamientos.
Se resistieron a la penetración blanca y fueron desplazados hacia el sur donde ofrecieron una tenaz resistencia y comenzaron su migración hacia la Patagonia y la Pampa.
Su estatura era más bien baja y su cabeza corta. En Chile eran agricultores, cultivando maíz, papas, ají, porotos, zapallo, y otros vegetales. Al pasar a Argentina se dedicaron a la caza y a la recolección, adaptándose a la vida nómade.
Usaron el toldo como vivienda que transportaban de un lugar a otro. Dormían sobre pieles de oveja.
Vestían con chiripa y poncho, y como calzado utilizaban botas de cuero. Las mujeres se peinaban el cabello con dos largas trenzas y se cubrían con mantas sujetas a la cintura con fajas de colores.
Usaron como armas las boleadoras, que llevaban atadas a la cintura, la honda y la lanza de varios metros, que en la época de la conquista usaron contra los españoles, especialmente después de la adopción del caballo. Como armas defensivas usaban una especie de casco de cuero crudo y un escudo.
Su lengua, el mapuche, se fue imponiendo a todos los indígenas anteriores.
Eran polígamos: tenían tantas esposas como se lo permitía su riqueza.
Si bien la idea de un ser supremo es consecuencia de la influencia cristiana, todavía hoy se celebran entre ellos maravillosas fiestas paganas que respetan sus antiguas creencias, las más famosas de las cuales es el NGUILLATUN, donde se dirigen plegarias a NGUENECHEN, el señor de los indios, "dueño de la gente". En su desarrollo realizan varios ritos entre los que sobresale la danza llamada loncomeo, una de cuyas figuras era el choique purrún, en la que los bailarines imitan los movimientos del ñandú o choique.
Y es fundamental la intervención de la machi, shaman, médica o hechicera.
Era la encargada de curar, mediante hierbas y otros procedimientos como, ensalmos, sacrificios de animales y bocanadas de humo. La ceremonia se efectúa en un mallín o vallecito y allí se levanta el altar o rehue formado por cañas o mástiles plantados.
Los colores del nguillatún son el azul (el cielo) y el amarillo (el sol), y a veces el verde (los pastos).
El clima inhóspito, la lucha para sobrevivir en esta tierra cubierta durante meses por la nieve le dan a la música un carácter lastimero donde la pasión es cruel y desesperanzada. La pasión no puede expresarse ni siquiera a través del llanto o del amor. De allí la sencillez de sus instrumentos musicales y que la música araucana sea queja y angustia.
Utilizaban varios instrumentos musicales: cultrun, trutruca, pifilca, ñorquin, quinquer-cahue, o violín araucano.
Un diccionario explica que se denomina ?pueblos originarios? a aquellos pueblos cuyos habitantes son los primeros de una tierra o de una región geográfica. Sin embargo la significación es mucho más profunda, y en los últimos tiempos ha logrado adquirir un verdadero respeto cuando se habla del tema. Hoy, los pueblos originarios del continente americano han comenzado a reivindicar su cultura, su filosofía de vida y sus intereses dentro de la organización democrática de las sociedades modernas, y esto se evidencia también en el tratamiento que hacen del tema los medios masivos de comunicación, en la agenda de las políticas de estado de cada país y en una gran cantidad de asociaciones sociales, civiles y organizaciones no gubernamentales (ONGs) que luchan por sus derechos y por su inclusión en el mundo actual. A lo largo de toda nuestra Patagonia es posible encontrar generaciones de hombres y mujeres que provienen de este legado original y que aún hoy intentan mantener en sus costumbres lo que heredaron como cultura, historia, tradiciones, cosmología y formas de vivir tan propias y hermanadas con el lugar donde viven.
Texto: Pablo Etchevers