Villarrica Historia y leyendas

Historia

Villarrica fue fundada por Don Gerónimo de Alderete, quien bajo las órdenes del gobernador don Pedro de Valdivia, estableció la ciudad en el mes de abril del año 1552. En la ocasión se instalaron 50 vecinos: Pareciera ser que su nombre original fue simplemente Villarrica , debido a la creencia de que existían abundantes yacimientos de oro y plata y no el de Santa María Magdalena de Villarrica como se señala tradicionalmente. Esta alteración se debió a la existencia de la Iglesia Parroquial de la ciudad que estaba bajo la advocación de dicha Santa.
Villarrica fue abandonada en 1554, después de la derrota española de Tucapel, que costara la vida a Pedro de Valdivia. Repoblada cinco años después (1559) por orden de don García Hurtado de Mendoza luego de la derrota de la sublevación general mapuche de dicho año.
En el año 1602 fue destruida completamente por los mapuches quienes mantuvieron dominio sobre la zona hasta el 1º de enero de 1883, fecha en que mediante un acuerdo entre el cacique Epulef y el Coronel Gregorio Urrutia, el gobierno tomó posesión pacífica del área en forma definitiva. Fue reconstruida y transformada en ciudad el 2 de Enero de 1897. En Junio de 1916 se creó la comuna de Villarrica. Actualmente posee una población aproximada de 36.000 habitantes y es el centro administrativo y receptor del flujo turístico que llega a la zona.
La presencia del volcán fué siempre un atractivo que fue convocando al turismo , el cual en sus primeros tiempos debía trasladarse en tren hasta Freire y luego a caballo hasta Villarica, para recien en 1924 contar con un vehículo a motor que conectaba ambas ciudades.
La inauguración de los primeros hoteles data de 1923, y el ramal ferroviaria llega recien en 1933 al muelle del lago .

Leyendas

Textos tomados de la web http://www.geocities.com/TheTropics/Paradise/3759/ con autorización del Sr. Julio Norambuena Vera.
El Pájaro de Fuego
Este era un rey que tenía tres hijos. El mayor se llamaba Pedro, el segundo Diego, y el tercero Juan. Pedro y Diego son los mayores, el menor es Juan.
Y el rey tenía un manzano que daba manzanas de oro. Y llego un ladrón y se robaba las manzanas mejores del rey. Y el rey decía:
-¿Dónde estará el ladrón que se lleva mis manzanas?
Y entonces prometió que a quien pescara al ladrón le daría la mitad de su reino. Le dijo a sus tres hijos eso mismo.
Y los dos hijos mayores dijeron:
-Nosotros vamos a salir a pescar a los ladrones, papá.
Pedro, el mayor, se quedó solo en la noche; se durmió y ni sintió cuando pasó el ladrón que se llevó otra manzana.
Entonces el segundo hijo, Diego, dijo al otro día:
-Yo voy a quedar a la orilla del manzano de oro.
Y cuando quedó a la orilla del árbol, menos sintió.
Entonces quedaron desconsolados porque no encuentran al ladrón.
Entonces dijo el menor, Juan:
-Yo lo voy a hacer esta noche, dijo Juan.
Juan se puso espinas por los costados donde él estaba sentado. Entonces cuando se ladeaba le picaba por aquí y si se ladeaba otra vez, le picaban las espinas. Así es que no pudo dormir. Agarró su honda y sus piedras. Y a las doce de la noche que llega el ladrón, llegó y corta la mejor manzana que había. Cuando Juan lo sintió, le largó la hondada y cayeron las plumas del pájaro, y ahí conocieron qué pájaro ladrón era.
Cuando ellos recogieron las plumas, el joven llegó al otro día y mostró las plumas donde su padre y sus hermanos, y dijo:
-Yo pesqué al ladrón y aquí les traigo las plumas. Este fue el pájaro de fuego que robaba las manzanas. Porque así se llamaba: pájaro de fuego.
-Bueno, dijo el padre.
-Ahora quiero que pesquen al pájaro, que lo busquen dónde está, dónde vive y que lo traigan acá. A esa hora yo le pago.
Y así se fueron los dos hermanos mayores; ésos eran envidiosos, no tenían buen corazón con su hermano menor.
Cuando se fueron, al día siguiente dijo el hijo menor:
- Papá, yo también voy a correr el pájaro de fuego.
- Entonces el papá que se daba más con el hijo menor, le dijo a Juan:
- Bueno.
- Bueno papá, le dijo Juan; ahora voy a ir también yo.
-Se contentó mucho el papá que su hijo menor iba a agarrar viaje.Se fue a buscar el mejor caballo que tenía en su campo, donde él vivía, y lo arreglo. Le dio a su hijo menor, y le dijo:
-Debes partir ahora.
- Juan salió.
Cuando Juan salió de la casa, fue con el caballo. Caminó muchas leguas con el caballo. Entonces él caminó tanto que llegó a encontrar cuatro caminos, y no sabe cuál camino va a seguir. En un camino habían lamentaciones como de conversaciones, como de habladurías de gente así; en otro había un ruido que parece como de viento; en otro había como lamentaciones. Él lo fue a escuchar todo. Y cuando llegó ya no estaba su caballo, y quedó tan sentido el hombre que quedó sin nada para caminar. Entonces siguió caminando, camina y camina, hasta que él se rindió, se sentó y pensó que habría muerto su caballo. Él lo llegó a ver en pedazos a su caballo, lo mataron, y lo hicieron pedazos el caballo. Y dijo Juan:
- ¿Cómo sería que murió mi caballo? Ahora ando a pie y ¿cuánto tendré que caminar para que alcance el pájaro de fuego y no sé dónde está siquiera?
El estaba ahí sentado cuando apareció un león y el león era de los cerros, y le dijo el león:
- Yo te maté tu caballo, porque el señor me mandó que te matara el caballo; como yo te lo maté, yo voy a hacer todo lo posible con usted, usted no va a tener faltas porque yo le voy a hacer forma de buscar el pájaro.
- ¿Y a dónde va usted?, le dijo el león.
Juan le dijo al león:
- Mire, yo ando en busca del pájaro de fuego. No sé donde cuál rey está.
Y el león le dijo.
- Mire, yo sé que el pájaro de fuego está donde el rey de la noche encantada; y como te maté tu caballo, vamos a ser amigos.
Era un animal que llegó a hablar, el león; entonces él se vio muy sorprendido, como le llegó a hablar. Y el león dijo:
- Bueno, ahora te vas a montar sobre mi lomo y me vas a decir dónde quieres que yo te lleve.
Entonces él le dijo que lo lleve donde el Rey de la Noche Encantada. En un abrir y cerrar de ojos, llegó. Muy ligero, muy ligero el león y cuando llegó el rey le dijo:
- Ahora aquí estás donde el Rey de la Noche. Llega pero no toques la jaula donde está el pájaro de fuego, porque si grita el pájaro, los guardias te agarrarán.
Se fue Juan a ver dónde estaba el pájaro, y él llegó a una jaula tan bonita que dijo:
- Sin jaula no me puedo llevar el pájaro porque queda feo, me la voy a llevar.
Y fue a tocarla un poquito nomás. Y cuando tocó, sonaron las campanillas, salieron los guardias, llegaron, lo pescaron a Juan y le dijeron que por qué el llega a sacar el pájaro de fuego, y él le dijo porque lo precisaba. Entonces, el rey le dijo:
- Mira, yo no te doy el pájaro de fuego ahora; antes me vas a traer el caballo de las crines de plata, a esa hora te lo voy a dar, antes no te lo doy.
Y salió y habló con su amigo el león; entonces le dijo:
- Bueno, así me dice el rey.
Así se fueron como una flecha, apurados, se fueron y llegaron donde otro rey, cuyo nombre no me acuerdo. Y cuando llegó, miró al caballo que era bonito que hacía visión de verlo, bien arreglado con riendas, con todo. Entonces, le dijo al león:
-Este caballo tampoco puedo llevarlo sin riendas.
Fue a tocar un poco. Su amigo lo volvió a aconsejar, pero él no hizo caso, no lo oyó porque él veía bonitas las cosas. Así es que fue a tocar al caballo y también salieron los guardias, lo pescaron y tambien se enojaron porque andaba robando. Y entonces, el rey cuando llegó le dijo:
-Ahora tú me vas a traer la infanta Elena, la bella. Yo te doy entonces el caballo ensillado, pero si no la traes, no te lo doy.
Salieron. Algo retirados del rey, dijo el león:
-Ahora que nos dijeron que voy a traer otra cosa, voy a ser yo el que va ir, y usted se va a quedar en el bosque esperando. Y voy a ir a buscar a la infanta Elena; de ahí vamos a volver.
Así es que el león se fue corriendo como una flecha, bien ligero. Llegó y salieron los demás, las doncellas a pasearse por el jardín. Cuando estaba paseándose, el león fue a abrazar a la infanta y la llevó detrás de unas matas. Quedaron llorando las compañeras que un animal feo se llevó a la infanta. El león llegó donde su amigo y le dijo:
-Ya, vamos, estamos de vuelta.
Así es que ya traen a la infanta y Juan dijo:
-Tan bonita la señorita, que malo que la voy a pasara a dejar -y empezó a reclamar donde su amigo-. Quisiera llevar a ésta donde el poder de mi padre.
El león le dijo:
-Está bien, yo como soy amigo, voy a ser el que va a estar de vuelta, tú te quedas en el bosque, esperando con la doncella y yo te paso a buscar el caballo. Me revuelco donde sube la luna y me voy a transformar en una mujer, dijo el león, y yo te voy a llegar a entregar donde el rey.
Llega el león transformado en mujer va a entregar a Juan donde el rey para que le dé el caballo con todo el aparejo, bien arreglado. Le hicieron una fiesta. Juan salió y le dijo a su amigo:
-En cuanto sientas de mí, ahí me tienes, le decía él.
Cuando llegó donde estaba la doncella, dijo el león:
-Bueno, enánquense en mis lomos y vamos donde el otro rey a entregar el caballo y a pedir el pájaro de fuego.
Así es que cuando él quedó esperando, no se fue andando con el caballo. Juan se fue esperando con la señorita, esperando a su amigo y ella. Y el rey sacó un día de domingo a las señoritas a pasearse por el jardín. Y cuando llegó, el león se transformó en un animal feo que salió corriendo y se asustaron las otras. Y el león se fue donde su amigo, lo pasó a llevar y se fueron donde el otro rey, donde van a sacar el pájaro de fuego. Cuando llegó Juan dijo al rey:
-Aquí traigo el caballo para que me dé el pájaro de fuego.
-Está bien le dijo, la otra señorita quedó esperando en el bosque. Está bien.
Entonces, cuando el rey le dio el pájaro de fuego a Juan con jaula y todo, Juan salió y dijo el león:
-En cuanto sientas de mí, ahí me tienes.
Ya se va a formar el león nomás y va a ir otra vez donde el rey y va a alcanza a su amigo. Y Juan se fue interesando por todas las cosas de la doncella, del caballo y del pájaro de fuego. Así que ya está de vuelta y dijo:
-Ahora vamos de vuelta, ahora te voy a dejar hasta donde maté tu caballo, allí te voy a dejar. De ahí te vas a ir solo con tus cosas, -dijo el león. Y así lo hizo.
Y él se va rendido y cansado. Ya lo fue a dejar el león a su amigo, le dio la bendición y le dijo:
-Ahora anda solo a ti casa nomás.
Y Juan se puso dormido en la orilla de una mata con sus cosas. Esa fue la señora de él que ya la lleva y su caballo y su pájaro de fuego que dicen es muy bonito todo alumbrado.
Cuando vuelven sus hermanos; andan juntos esos, sus dos hermanos.
-Mira, dicen ellos, tanta riqueza que tiene este Juan. ¡Qué suerte tuvo! ¿Qué le hacemos ahora?
-Bueno, dijo el otro, matémoslo. No hay otra, ¡quitémosle las cosas!
Y que lo sabe el padre. Dicen que mataron a su hermano y lo hicieron pedacitos su cuerpo. Lo dejaron tirado ahí para que no viva. Y ellos pasaron a llevar el pájaro de fuego, el caballo de las crines de plata y la doncella. Y se van donde su padre. Llegaron ellos con todo eso y fueron recibidos por su padre. Y todo eso fue para ellos. Juan quedó ahí perdido.
Y el león ya supo lo que le pasó a su amigo. Vuelve otra vez donde estaba su amigo. Llega, le habla y dice:
-¡Qué más tiempo te dejé y te sobrevino una desgracia! ¡Y lo hicieron tus hermanos! Estaba hablando con el cuerpo de Juan. Pero no importa. Había unos pájaros comiendo el cuerpo, unos aguiluchos se llamaban. Y Juan les dijo:
-¡Retírense aguiluchos! Yo los voy a matar a ustedes, porque ese es mi amigo que ustedes se los están comiendo. Ahora ustedes me tienen que traer dos frascos de agua. Hállenla ustedes.
Y el león le dijo a la madre águila:
-Ustedes van a traer el agua de la vida y el agua de la muerte. Y ¡rápido, porque si no a esa hora voy a matar a los aguiluchos que se están comiendo a mi amigo Juan.
Y se fue el águila madre, voló, no tardó nada; y volvió luego con dos frascos. El león regó a Juan con el agua de la muerte y de la vida, y juntó todos los pedacitos. Después les regó el agua de la vida. Cuando regó el agua de la vida, Juan se levantó como quien estaba durmiendo. Habló gruñendo y dijo:
-¿Cuánto he dormido?
Y ahí estaba su amigo el león, y dijo el león: -Ibas a dormir -le dijo su amigo león- eternamente, si acaso no vengo, porque tus hermanos, después de hacerte pedazos tu cuerpo, de matarte, te hicieron pedazos para que no vivas más.
Él no dijo nada, y dijo el león:
-¡Móntate sobre mi lomo y te voy a dejar en las puertas de tu casa!
Y cuando él llegó de repente a su casa, caminando. La mujer gritó y se fue a abrazarlo, y dijo:
-Éste era el antiguo prometido que me fue a sacar de mi reino.
Ya empezó a avisar a su suegro, que de esta forma lo mataron. Los hermanos mayores la sentenciaron a muerte, por eso ella estaba callada.
Y dicen que de repente se alumbró todo el palacio del rey cuando llegó Juan. El caballo relinchó de contento cuando vio su amo, el rey con rabia expulsó a sus dos hijos, y dijo:
-¡Váyanse para donde quieran! ¡No los quiero ver nunca más! Y recibió a su hijo, a la infanta, al caballo de las crines de plata y al pájaro de fuego. Y seguro que estarán viviendo.
(Cuento de Lemuy, Chiloé).


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