En este ambiente ecológico se diseñó un circuito educativo con senderos y carteles que recorren un poco más de 2.500 metros. Los guías esperan a los visitantes a la puerta de la reserva para ayudarlos a interpretar el entorno natural. Asimismo, en el sector de ingreso se encuentra un completo herbario, gracias al cual se pueden identificar las plantas autóctonas.
La reserva posee buenos puntos panorámicos que permiten observar cómo se alimentan los flamencos, cauquenes, macáes plateados, cisnes de cuello negro, bandurrias, teros, patos, gallaretas, gavilanes, y chimangos, entre otras 70 especies, sobre los juncales.
Las noches de verano son ideales para pasear por la reserva y en invierno el espejo de agua se convierte en una pista natural de patinaje sobre hielo. Al finalizar el recorrido, una caminata de 500 metros conduce a las orillas del lago Argentino y a la bahía Redonda, hermosos paisajes de El Calafate.
Jorge González
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