Prehistórica Cueva de las Manos

El área arqueológica natural del río Pinturas es lo más representativo de la localidad de Perito Moreno y testimonia con dibujos y elementos artísticos la presencia de los primeros cazadores y recolectores que habitaron el sur de la Argentina. Realizamos el trayecto para conocer esa maravilla y, a la vez, practicar turismo de aventura. En auto, entre guanacos y ñandúes, y luego de atravesar la estepa patagónica, tomamos contacto con el cañadón del río Pinturas y su área de investigación. En el Centro de Interpretación nuestro entusiasmo iba en aumento y junto a un guía comenzamos el recorrido de pasarelas, aleros y cuevas. Iniciamos el trayecto por un sendero de unos 1.500 metros al costado del cañadón de enormes rocas porfídicas y volcánicas que lleva hacia la famosa Cueva de las Manos. De vez en cuando nos asomábamos por la baranda para ver el río Pinturas, que corría 170 metros debajo de nuestros pies. La caminata fue intensa: en el inicio se desciende hacia el río y luego se emprende el ascenso por empinadas cuestas de piedras. Cuando enfrentamos la cueva principal, nuestros ojos no daban a basto para ir descifrando lo que el guía nos contaba: “Se han contado cientos de manos y otros motivos en negativo y positivo en colores rojos, ocres, amarillos, verdes, blanco y negros. Son figuras humanas, guanacos en escenas de cacería que han sido estudiadas por arqueólogos desde 1972. En base a análisis con carbono 14 han determinado la antigüedad de las distintas escenas”.

Contemplamos las figuras durante un largo rato mientras nos explicaban la tarea de los arqueólogos. Ellos estudiaron las capas naturales, las técnicas y los materiales empleados, la singularidad, variedad y profusión de figuras para comprender la cosmovisión de esos pueblos originarios instalados en la zona hace más de 9.300 años. Han logrado definir qué población existía en cada etapa pretehuelche, qué funciones cumplían, cuáles eran sus rituales o símbolos. Las pinturas muestran la presencia de dos culturas: la casapedrense y la toldense. La primera se ubica 7.500 años atrás y sus habitantes cazaban animales y aprovechaban piel, carne y huesos. Se hallaron restos de fauna como guanacos, zorrinos, aves, roedores y cérvidos. También piezas líticas como puntas de proyectil, raederas y algunos raspadores. Cronológicamente anterior, la cultura toldense había logrado ciertos avances en cuanto al uso de los elementos para su vida diaria. Es el caso de las boleadoras realizadas con piedra redonda con tiento para poder arrojarlas. A medida que avanzábamos e íbamos comprendiendo un poco más lo que estábamos viendo, agradecimos haber hecho el viaje hasta allí. Esos simples dibujos hablaban por sí mismos y las explicaciones claras eran amenas y muy interesantes.

Comienza la aventura

Para quienes están físicamente preparados, existe la posibilidad de realizar excelentes trekking. Se realizan saliendo de dos estancias cercanas, que además de ofrecer alojamiento cuentan con guías especializados para recorrer las empinadas cuestas del cañadón del río. Se accede al alero de Charcamata y a la Cueva Grande, y en general son excursiones de día entero. Es en las estancias Cueva de las Manos (ex Los toldos) y Casa de Piedra en las que se realizan unos pocos kilómetros con vehículo 4 x 4 y luego se sigue a pie por un terreno muy escarpado. Naturaleza y cultura se conjugan en esos conjuntos rupestres que nos llegan desde la prehistoria y que fueron considerados Monumento Histórico Nacional y Patrimonio Cultural de la Humanidad (UNESCO). La sensación al retirarnos fue de respeto por lo observado. Comprendimos la necesidad de conservar estos espacios, únicos e irrepetibles.