Punta Arenas Historia y leyendas

Historia

La hoy denominada XII Región fue un ámbito poblado por cuatro pueblos originarios con distinta lengua y radicados en distintas áreas.
Los Aonikenk ó Tehuelches, que se destacaron por su gran altura, eran nómadas y cazadores terrestres. Se dice que su gran talla y su huella plantar tan pronunciada dieron origen al nombre de Patagonia. Se dedicaban al pastoreo y a la caza de guanacos y ñandúes en valles pre-cordilleranos habiendo aprendido a domesticar los caballos en el siglo XVIII, lo cual les dió mayor movilidad y radio de acción, pudiendo así trasladarse hasta el Océano Atlántico por el lecho de los ríos.
Los Onas o Selknam eran cazadores terrestres que habitaban la zona pampa de Tierra del Fuego, sin perjuicio de que se trasladaban a otras zonas para comerciar con los Aonikenk.
Se estima que ingresaron a la isla hace unos 10.000 años cuando aun la isla estaba unida a la parte continental.
Tenían costumbres similares a los Aonikenk con las variantes que el riguroso clima imponía. Eran nomadas, de contextura corpulenta, hábiles con la honda, el arco y la flecha que usaban para la caza de guanacos y aves. Eran hostiles a cualquier incursión de los conquistadores, por lo cual y en su homenaje luego se denominó Gente Grande a la Bahía correspondiente.
Los Yamanas ó Yaganes habitaban en torno al canal Beagle, desde Isla Clarence hasta Cabo de Hornos. Eran cazadores marítimos y su extinción se debió al contagio de enfermedades y pestes, al alcoholismo y enfermedades venéreas introducidos por los loberos y balleneros que comenzaron a incursionar sobre las últimas décadas del siglo XIX.
Los Qawasqar ó Alacalufes, eran de costumbres nómadas marinos y recorrían desde los alrededores del Golfo de Penas al norte de la Región hasta el Estrecho por el Sur. Soportaban un clima muy riguroso con abundantes precipitaciones y vientos huracanados, solo conservándose actualmente una pequeña comunidad en Puerto Edén, que sobrevivió a las enfermedades y el alcoholismo.
En 1520 fue descubierto el estrecho de Magallanes, que años más tarde se constituiría en la principal ruta de navegación entre Europa y las costas del Océano Pacífico. El nombre fue puesto en homenaje a su descubridor el navegante portugués Don Hernando de Magallanes.
En el año 1843, el Gobierno chileno envió una expedición colonizadora a la región, la cual fundó Fuerte Bulnes, sobre un peñón rocoso en medio del bosque magallánico, resultando con el tiempo impropio el lugar, para la ciudad naciente, por lo cual en 1848 el Gobernador José Santos Mardones trasladó las instalaciones y población y fundó la ciudad en su actual ubicación.
Su desarrollo y crecimiento fue lento, como colonia penal para reos reincidentes y militares relegados, que ocasionaron disturbios como el sangriento motín de Cambiaso en 1851, que termina con la destrucción e incendio de la iglesia, el hospital y la gobernación luego de haber saqueado lo edificios y el asesinato del gobernador Muñoz Gamero y sus leales, además del sacerdote y los armadores y capitanes de las naves surtas en el puertos de las cuales se apoderó.
En 1852 el nuevo Gobernador enviado por el gobierno de Chile, Don Bernardo E. Philippí trajo algunas ovejas de Chile hasta que en 1877 otro gobernador Don Diego Dublé Almeyda con autorización del gobierno, viaja a las Islas Malvinas en la corbeta "Chacabuco" de la Armada chilena donde adquirió 300 ovejas que vendió en Punta Arenas siendo estos animales el núcleo inicial de lo que algunos años más tarde sería la principal riqueza de Magallanes: el llamado oro blanco de Magallanes, la ganadería ovina.
El carácter de ciudad penal subsistió hasta 1867, cuando el Presidente Don José Joaquín Pérez, realiza una política de colonización con Inmigrantes extranjeros y decreta "puerto libre" a Punta Arenas. Esto marcó el inicio del crecimiento de Magallanes especialmente la llegada de los colonos extranjeros que fundaron toda clase de establecimientos comerciales. La navegación a vapor, que evitaba los inconvenientes de la ruta por el Estrecho para la navegación a vela, hizo aumentar el tráfico náutico por esa vía y acrecentaron el interés del gobierno central de la República por la región magallánica. A ello se sumó el fundado temor que potencias extranjeras pudieran intentar apoderarse de una zona de importancia estratégica mundial, que aparecía abandonado desde los tiempos de la Colonia española.
Podemos historiar el movimiento económico de la zona rememorando algunos de sus personajes, como por ejemplo a José Nogueira quien nace en 1845,en la Villa Nova de Gala, en Portugal, y crece en el seno de una familia numerosa y escasa de recursos. Teniendo doce años se embarca como grumete, y comienza a recorrer el mundo. Deja rastros que nos permiten corroborar su paso por Río de Janeiro, Montevideo, Buenos Aires, El Callao, y algún día de 1886 desembarcó en Punta Arenas. La cual por entonces, no era más que una aldea con apenas dos centenares de habitantes.
José Nogueira arribó solo con el patrimonio de su oficio de marinero. No tenía instrucción, no contaba con capital, pero le sobraba coraje para navegar por las difíciles aguas del mar austral.
La actividad mas importante era la caza de lobos de dos pelos y Nogueira tuvo como instructor en la navegación austral a Luis Piedra Buena, gran conocedor de los parajes, y quien se constituiría en socio de Nogueira.
Otro personaje que en 1866 llega a Buenos Aires, Jose Menéndez, natural de Santo Domingo de Miranda en España quien siendo hijo de un humilde jornalero, debió buscar nuevos horizontes en América, recalando primero en Cuba para trasladarse luego a la Argentina, donde trabaja en firmas de comercialización de artículos navales. En 1873 se casa con María Behety fijando su residencia en Buenos Aires.
Debe viajar al sur con la finalidad de cobrar una deuda que un cliente mantenía con su empleador, la firma Etchart y Cía. Resultando que el moroso era el mismísimo Luis Piedra Buena, propietario del primer negocio que se instala en Punta Arenas y que gastaba sus ingresos de la comercialización de cueros de guanaco y plumas de avestruz en la defensa de los derechos soberanos de la Argentina sobre las tierras australes, ante lo cual un gobernador de Punta Arenas, Viel, conociendo las actividades de Piedra Buena, concluye que el marino es un personaje molesto para los intereses chilenos en la región, y le anula el permiso para operar como comerciante, lo que le provoca la crisis de su comercio.
José Menéndez, avizorando las posibilidades de negocio en el sur, decide comprar la deuda de Piedra Buena y hacerse cargo de su negocio. Finalmente con su esposa y sus dos hijos, Josefina y Alejandro, se radica en el año 1876 en Punta Arenas.
Paralelamente, en el otro extremo de Europa, nace Mauricio Braun en Telsen, Lituania, que por aquel entonces formaba parte del imperio ruso.
La persecución de la población de origen judío en aquella región del Báltico provoca que la familia Braun decida emigrar y luego de varios cambios acepta la oferta del gobierno, que ofrecía una pequeña parcela de tierra, material para la construcción de una vivienda, algunos animales y el alimento para seis meses para lograr afincar colonos en la zona de Magallanes, hecho que ocurre en los comienzos de 1874 llegando con su esposa y sus tres hijos Sara, Mauricio y Oscar a Punta Arenas.
Ninguno de estos tres hombres cuenta con capital inicial importante, ni la actividad económica de la ciudad era floreciente, en los años setenta. Lo único que alentaba sus inquietudes, eran las líneas marítimas inglesa y alemana que unían el viejo mundo y recalaban en Punta Arenas.
El portugués Nogueira comprende que para obtener mayores beneficios en la caza de lobos, debe comprar un velero, y lo hace con el pequeño “Anita”, con el cual se dedicará personalmente a la captura hasta el año 1877, cuando comienza a declinar la actividad. Abre también un pequeño negocio en Punta Arenas, a través del que provee de material y alimentos a otros loberos y comercializa los cueros con los tripulantes de los buques que recalan en el puerto del Estrecho.
El descubrimiento de oro en la zona del Boquerón, atrajo un numeroso contingente de buscadores. Nogueira se encargará de abastecer a algunos y, cuando los deudores no pueden cumplir con sus deudas, termina quedándose con la titularidad de las pertenencias mineras. Para su explotación constituye dos sociedades en las cuales él era el socio capitalista.
Fortuitamente, Nogueira, que realizaba también el rescate de restos de naves que naufragaban, participa en el rescate del Arctique, asociándose al Capitán del buque y en la tarea descubren oro. Esto motiva que Nogueira contrate distintas buscadores que llegan a la zona interesados por la noticia.
El padre de Mauricio Braun, se dedicó inicialmente a las actividades mercantiles, con un modesto negocio y poco tiempo más tarde, con un pequeño hotel. Obtiene una concesión de tierra en la zona de Cabo Negro, al norte de Punta Arenas, donde se inicia en las actividades ganaderas.
En 1877 apenas a un año de encontrarse radicado en la colonia, José Menéndez sufre el saqueo de su comercio como consecuencia de un motín. Su esposa María Behety, es herida en una pierna, y con sus hijos debe refugiarse en los bosques cercanos a la localidad, él se encontraba en Montevideo en viaje de negocios
Ante este cuadro tan desalentador, a su regreso decide doblar la apuesta; repara los daños y continua en Punta Arenas. Poco tiempo más tarde incorpora la compra y venta de cueros de guanacos y plumas que trueca con los tehuelches.
Lo mismo le ocurre al negocio de Elías Braun, aunque sus familiares no padecen daños personales. Coincidentemente, él tampoco se encontraba en la localidad porque había viajado a Valparaíso. Ese mimo año, Mauricio Braun ingresa al comercio de la firma Bloom, Shroeder y Cía., tiene doce años y allí aprenderá los rudimentos de la actividad mercantil.
Un suceso trascendente acaece con la llegada a la isla Isabel, localizada en el Estrecho de Magallanes, del comerciante inglés Enrique Reynard quien introduce una majada de ovejas con el objeto de comprobar su adaptación al medio. Los resultados fueron favorables, los vecinos de Punta Arenas se interesan poniéndose en la búsqueda de campos aptos para la ganadería.
Internacionalmente los países industriales (Inglaterra en otros), se encontraban en una etapa de expansión de su industria textil, la modernización y crecimiento del sistema marítimo de transporte es otro tema del momento, por lo tanto la demanda de insumos textiles busca nuevos productores para satisfacerse: Australia y el sur del continente americano, son los que se encargarán de reemplazar a Alemania y España, que habían sido los tradicionales proveedores de las islas británicas.
La actividad ovina generará un movimiento que: permitirá la ocupación del territorio, primero en el lado chileno de la región y después en la parte argentina; impulsará la inmigración europea para satisfacer la demanda de mano de obra, y el crecimiento de la flota llevarán los materiales que permitan la construcción de las instalaciones de las estancias y la salida de la lana; activará el comercio y promoverá la creación de nuevos centros urbanos que darán cumplimiento a los servicios requeridos por los establecimientos ovinos.
La economía regional se complejiza y se multiplican las posibilidades de crear riqueza.
En 1881 recalan en Punta Arenas 172 barcos a vapor y 36 veleros, ya vivían en la población varios pioneros de la ganadería, dueños de comercios, hoteles y balleneras, entre otros Jose Menéndez, José Nogueira, José Montes y Tomás Saunders. Mauricio y Sara Braun, jóvenes aún serían los continuadores y herederos del imperio que levantó Nogueira.
José Nogueira se vinculará con la firma Leoni Hnos., en Montevideo, y tendrá representantes en Londres, Hamburgo, Burdeos y Lisboa. La relación que le posibilitará los mayores beneficios será la que establece con la firma Trouillé de Valparaíso.
Dentro de la Firma Trouillé estaba Gastón Blanchard, quien terminará asociado a las actividades mercantiles que el portugués realizaba en Punta Arenas. Blanchard no sólo le facilitará el acceso al financiamiento sino que, además, le permitirá los contactos con los círculos políticos de Santiago que serán fundamentales para su desarrollo como ganadero.
Las tierras valorizadas por la ganadería ovina eran entregadas en concesión a los solicitantes.
En 1878, Nogueira logrará el arrendamiento de un lote en la margen izquierda del río Pescado, y en 1889 obtiene el arrendamiento de 180.000 hectáreas por diez años en la parte norte de la Tierra del Fuego chilena, continúa las gestiones hasta lograr que, el 9 de junio del año siguiente, le otorguen una concesión por veinte años de 1.009.000 hectáreas en la isla, con lo que se convierte en el mayor ganadero regional.
Al mismo tiempo crecen sus actividades comerciales y naviera. El negocio mercantil girará, desde 1886, bajo la dominación de Nogueira y Blanchard, siendo una de las empresas más importantes de Punta Arenas.
El rudo marinero de antaño se ha convertido, sin lugar a dudas, en el más importante empresario regional.
Nogueira arrastra problemas del matrimonio que había celebrado con Rosario Peralta en sus años de lobero. El sentimiento se había perdido, y Nogueira la convence para que se radique fuera de Punta Arenas, y en el año 1882 Rosario ya vive en Montevideo.
En 1886, se casa Nogueira por segunda vez con Sara Braun, la hija mayor de Elías Braun, su amigo y socio en una carnicería que funcionó en Punta Arenas en 1882. Este matrimonio será el primer paso que culminará con la fusión de las mayores riquezas de la región. El avance de José Menéndez en estos años será más lento, menos espectacular, y concentrado en las actividades comerciales, aunque ya por ese entonces inicie la diversificación de sus negocios, incrementando su patrimonio con la compra de la estancia San Gregorio, ubicada en la margen norte del Estrecho de Magallanes.
El joven Mauricio Braun ingresa en 1880 en la empresa comercial de Nogueira, hasta 1884, en que logra por cinco años una concesión de cuatro mil hectáreas en Otway Station en el territorio continental de Magallanes. En 1889 se amplían sus intereses ganaderos con un establecimiento de 170.000 hectáreas en Tierra del Fuego, linderos con la concesión de Nogueira.
El 23 de julio del año 1881, Argentina y Chile firman el tratado sobre límites que permite superar las diferencias que en la década del setenta habían enturbiado sus relaciones.
Antes de finalizar el siglo se habían licitado ya más de 570.000 has. Y Punta Arenas estaba embellecida con su plaza, cementerio, teatro de ópera y las grandes mansiones de los estancieros. Sucesivas olas de emigrantes llegan con la fiebre del oro de 1910 y posteriormente con la Primera Guerra Mundial. Se crearon mataderos, frigoríficos, y se formaron grandes sociedades ganaderas por acciones, y empresas navieras y de seguros que extendían su función a toda la Patagonia.
Paralelamente en 1884, el gobierno argentino decide una nueva organización de los territorios nacionales patagónicos. En la gobernación de Santa Cruz designa a Carlos Moyano, entendiendo que la soberanía austral se encuentra íntimamente relacionada con el poblamiento acuerdan a Moyano la autoridad de dar concesiones de tierra, quien ante el fracaso de la colonización intentada en Deseado ya que el gobierno no estaba en condiciones de dar apoyo financiero, y los inmigrantes europeos preferían radicarse en la pampa húmeda, busca interesados entre quienes ya habitaban en la región.
Se traslada entonces a las islas Malvinas, donde obtiene una respuesta positiva de quienes eran los primeros ocupantes de la zona de Río Gallegos. En enero de 1885 lo encontramos en Punta Arenas, reuniéndose con los empresarios locales que podrían estar dispuestos a poblar los campos santacruceños. La respuesta es positiva, y un nuevo contingente de colonos se radica en Santa Cruz. Es significativa la ausencia de Nogueira y Menéndez entre los interesados. La explicación es simple, los dos concentraban sus esfuerzos en los campos que ya habían obtenido en territorio chileno: Nogueira en Tierra del Fuego, y Menéndez en San Gregorio. Además, sus comercios se encontraban entre los más importantes de la región y la competencia les impedía distraer los recursos financieros que necesitaban para la expansión de las actividades.
Sin embargo uno de los interesados en la propuesta de Moyano será Mauricio Braun, quien ya en el año 1892 forma el primero de sus establecimientos en territorio argentino, de cien mil hectáreas de excelente calidad en la margen sur del río Coyle, y lo denominará "Coy Aike".
Lo explota en sociedad con Sam Serigth, Pearson y Guillaumen. En 1897 le compra sus partes a sus socios, quedándose como el único propietario.
El 21 de enero de 1893, en la ciudad peruana de Arequipa, muere José Nogueira. La heredera de su fortuna es su esposa Sara Braun, y su hermano Mauricio será el encargado de administrar el patrimonio.
El mayor inconveniente a resolver es la obtención del capital necesario para poner en funcionamiento a la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, entonces se entrevista con Pedro Mac Clelland, quien era el representante en Chile de la firma británica Duncan, Fox y Cía., y lo convence para que participe en el emprendimiento. Se crea la empresa comercial y naviera Braun y Blanchard sobre la base de la que este último tenía en sociedad con el fallecido Nogueira. La firma comienza un proceso de expansión para atender las necesidades de las nuevas localidades de la región. En 1897 abre la sucursal de Río Gallegos, un año más tarde está instalada en Puerto Santa Cruz, y, en 1902, en San Julián. Pero la obtención de tierras para la ganadería ovina será el objetivo de Mauricio Braun concentrándose en los campos disponibles en el territorio argentino.
Los gobernadores de Santa Cruz desde 1888 habían perdido la facultad de dar concesiones, y en 1893 el Congreso Nacional Argentino le había otorgado a Grünbein 400 leguas a elegir en la Patagonia, quien a su vez ofrecerá en venta a los que ocupaban tierras fiscales.
Por lo tanto Mauricio Braun tiene dos caminos, o comprarle a Grünbein o gestionar arrendamientos al Estado; Braun va a usarlos a ambos. A Grünbein, o al Banco de Amberes que es el continuador de la concesión cuando aquél fallece, le adquiere 120.000 hectáreas en sociedad con Emilio Anchorena y Rodolfo Suárez. Para las tratativas va a seguir el ejemplo de Nogueira, y utilizará los servicios de gestores vinculados en Buenos Aires con los círculos políticos con decisión sobre los campos patagónicos. En la tarea colaboraron Julio Schelldy, Carlos Moyano, Norberto Cobos, la firma Wilkinson y Lafrancois y Alberto Lafrancois.
Paralelamente, José Menéndez ya había concluido con las inversiones en San Gregorio, y no estaba dispuesto a quedar ajeno a la ocupación de campos en la Argentina.
Diferenciándose de Mauricio Braun, en lugar de solicitar tierras por intermedio de gestores, él prefiere hacerlo directamente. En 1894 viaja a Buenos Aires para iniciar los trámites dos años más tarde determinará la compra de 60.000 hectáreas en Tierra del Fuego, ubicadas en la margen sur del río Grande, donde formará el establecimiento de Primera Argentina.
Menéndez no quiere quedarse atrás en las actividades comerciales y navieras, por lo cual en el año 1892 adquiere el buque Amadeo, que será el primero impulsado a vapor en la flota de cabotaje regional. En 1897, poco tiempo después de que lo haga la empresa de Braun y Blanchard, inaugura una sucursal en Río Gallegos, y en 1902 continuará con otra en Puerto Santa Cruz. Al mismo tiempo, Menéndez registra una activa participación en las cuestiones comunitarias especialmente españolas ya que él mismo había propiciado la inmigración asturiana que se ubicó en Magallanes y Santa Cruz.
Menéndez en 1899 se inaugura en Punta Arenas el teatro Colón que había hecho construir con sus propios recursos.
En 1895, se produce el casamiento entre Mauricio Braun y la hija mayor de José Menéndez.
Sobre finales de la década de los noventa, se complican las relaciones entre Argentina y Chile, como producto de las diferencias entre los peritos Moreno y Barros Arana por la demarcación de la frontera austral.
Luego de diversas alternativas los presidentes Roca y Errázuriz buscan el camino del entendimiento y en septiembre de 1898 se firma el acta en la cual ambos gobiernos aceptan el arbitraje de la reina Victoria, y deciden reunirse en Punta Arenas para demostrar su vocación pacifista. A este encuentro se lo conoce históricamente como "el abrazo del Estrecho"; permiten reencauzar las relaciones entre ambos países, y el funcionamiento de la economía regional.
Por esos días la familia de Menéndez guardaba luto por el fallecimiento de la suegra de Mauricio, lo que le impide asistir al baile que se le ofrece a la comitiva.
Sin embargo, José Menendez estaba especialmente interesado en mantener una entrevista con Roca y va a lograr su objeto con un golpe de audacia. Lo espera a la salida de la velada y lo invita a pernoctar en su casa, con el justificado argumento de evitarle los inconveniente del traslado a esas horas hasta el buque donde se alojaba.
Al día siguiente comparten el almuerzo con Roca sólo la familia de Menéndez, entre los que se encontraba Mauricio Braun. La sobremesa fue, sin duda, el momento elegido para hablar de los intereses que compartían; aquél, de poblar la Patagonia, y éstos, de extender sus negocios, a la vista de los resultados, no dudamos que llegaron a un acuerdo. El siglo comenzó con las mejores perspectivas. La distensión entre Argentina y Chile, y el ofrecimiento de Roca a los empresarios puntarenenses, promovió una nueva oleada de colonos hacia el territorio argentino. Además, el precio de la lana iniciaba un ciclo de crecimiento que culminaría en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, y que llegaría a triplicar su valor.
Es en este tiempo cuando Mauricio Braun consolida su posición, y acumula campos, tanto en la Argentina como en Chile, y sus dominios ya no se limitan a Santa Cruz, Tierra del Fuego y Magallanes; ahora avanzará sin pausa en el resto de la Patagonia. En 1906, en la zona de Ultima Esperanza tendrá bajo su control un poco más de 450.000 hectáreas, algunas compradas, otras arrendadas, algunas serán campos fiscales y otras adjudicadas a nombre de otros.
Sobre fines de 1906, había llegado a reunir 467.000 hectáreas en propiedad y 1.950.000 hectáreas en arrendamiento, las que se ubicaban tanto en la Argentina como en Chile.
Participa en otros emprendimientos como por ejemplo en la constitución del Banco de Punta Arenas, que luego extenderá sus actividades a la Patagonia Argentina con el nombre de Banco de Chile y Argentina, también emprende la actividad minera en un yacimiento de cobre y por último la construcción de un Frigorífico en Rio Seco; años antes había puesto en funcionamiento un astillero en Punta Arenas para la reparación de los buques de la flota de cabotaje regional.
Con el tiempo se constituye la sociedad ganadera Menéndez Behety, con un capital de 800.000 libras esterlinas, que estaba integrada exclusivamente por el grupo familiar. Esta sociedad llegará a tener un millón de cabezas de ovinos distribuidos en quince establecimientos ubicados en la Argentina y en Chile.
José Menéndez en el año 1905 adquiere la mina Loreto, en Magallanes, y se inicia la explotación del yacimiento de carbón.
Las sucursales mercantiles de Braun y Blanchard y la de Menéndez cada vez avanzan más al norte por el territorio de la Patagonia, compitiendo duramente por ganar los nuevos mercados y resultando fundamental el sistema de transporte marítimo y que disponían de buques propios, con las empresas ya establecidas: Lahusen y la Compañía Mercantil del Chubut.
Ante el avance de las empresas sureñas se despierta el interés de empresas originarias de las áreas centrales de Argentina y Chile.Es así que comienza a germinar la idea de la conveniencia de complementar los esfuerzos de los empresarios magallánicos y L.L. Jacobs, en junio de 1907 le escribe a Menéndez con la finalidad de interesarlo en la constitución del Trust de la Patagonia, integrado por el remitente, por Menéndez, por Braun y Blanchard y por la compañía naviera Bruyne, y con un capital de 500.000 libras esterlinas.
Se concreta este primer proyecto y en el otoño de 1908, Mauricio Braun le propone a su suegro la fusión de las actividades comerciales y navieras que ambos desarrollaban. La respuesta afirmativa de Menéndez, hace que sea firmado un acuerdo el 10 de junio de ese mismo año en Punta Arenas, lugar donde se establece la sede de la nueva empresa con un capital de 180.000 libras esterlinas, bajo la denominación de "Sociedad Anónima de Importación y Exportación de la Patagonia, Menéndez, Braun, Blanchard y Cía. Ltda.", para posteriormente llamarse "Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia" más conocida en la región como "La Anónima", se convierte en la empresa más importante del sur del continente.
La empresa surgida del acuerdo entre Menéndez y Braun desequilibra la relación con las otras firmas mercantiles magallánicas, y provoca que en 1909, Rodolfo Stubenrauch constituya la sociedad Argentina del Sud, asociándose con el armador argentino Méndez Delfino.
La Anónima y Argensud competirán duramente durante los próximos sesenta años en las localidades más importantes de la Patagonia austral de la Argentina.
La Anónima contaba en el año 1910 en Punta Arenas con un muelle propio, vía férrea, talleres navales y una flotilla de remolcadores. Ese mismo año incorporan dos buques de 2.450 toneladas cada uno.
Comienza la Primera Guerra Mundial.
Se dividen el servicio entre Buenos Aires y los puertos patagónicos argentinos, y la otra empresa navegará entre Punta Arenas y Valparaíso. La fusión comercial y naviera no alcanza a las actividades ganaderas, las que serán conducidas por separado. Mauricio Braun en el año 1910 adquiere la Sociedad Ganadera de Magallanes, con lo que incorpora 348.919 hectáreas a su patrimonio. De esta forma, sus estancias llegaban a sumar poco menos de dos millones de hectáreas de extensión. A esto se debe agregar las participaciones que tenía en distintas sociedades ganaderas.
No es menor, la importancia del patrimonio que José Menéndez llega a reunir a través de la Sociedad Menéndez Behety. Sus campos ocupan una superficie de 1.028.000 hectáreas, y se ubican en el sur de Chile, en Chubut, en Tierra del Fuego y en Santa Cruz. Sólo en este último territorio llegó a poseer la cantidad de 660.887 hectáreas.

A partir de 1912, el gobierno chileno hace lugar a los reiterados reclamos de sectores industriales y comerciales del área central del país y se terminará anulando la disposición que había convertido a Punta Arenas en puerto libre en las postrimerías de la década de los sesenta del siglo XIX.
A su vez en 1899 Roca, en su viaje de regreso, lleva a Buenos Aires al personal de la aduana destacado en las localidades santacruceñas, y se las coloca en una situación de igualdad arancelaria con la existente en el territorio chilenos de Magallanes. Por lo tanto la región operó como una zona franca directamente vinculada con los mercados del exterior, de donde llegaban los bienes de consumo y a donde se enviaba la lana producida. La consecuencia directa será su mínima relación económica con las áreas centrales de la Argentina y de Chile.
El segundo acontecimiento que produjo efectos contundentes en la región, fue en agosto de 1914, cuando queda librado al tráfico marítimo el Canal de Panamá.
La nueva ruta interoceánica es más barata, más corta y menos riesgosa que la travesía por el extremo austral del continente. El Estrecho de Magallanes pierde su condición monopólica, y Punta Arenas ve disminuido el movimiento de su puerto.
La finalización de la Primera Guerra Mundial provocó el derrumbe de los precios de la lana, que caen de tres pesos el kilo a valores entre ochenta centavos y un peso.
La crisis de la economía regional, ingresa la zona en una prolongada etapa de estancamiento.
Quienes habían diversificado sus rubros fueron los que supieron aprovechar las oportunidades que presentaban las nuevas actividades.
No fueron fieles a un solo quehacer, ni tampoco fueron esclavos de una sola bandera, cuando las condiciones fueron propicias no tuvieron inconvenientes en invertir en la Argentina.
La capacidad de diversificar sus inversiones, en la búsqueda de beneficios, es la característica que distingue a los tres protagonistas. Por tanto cuando la economía de la región agota su capacidad de desarrollo buscan otros horizontes, sin abandonar, sus actividades locales.
En el año 1918, la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia traslada su sede a Buenos Aires. Sin embargo, participarán en nuevos emprendimientos regionales y el 24 de enero de 1915 inicia sus actividades en Punta Arenas la compañía de seguros La Austral, con la presidencia de Mauricio Braun y entre los socios fundadores se hallaba José Menéndez.
En 1918 integran la Compañía Telefónica de Magallanes, y en la empresa que prestaba este mismo servicio en San Julián.
En 1917 Mauricio Braun y Alejandro Menéndez Behety, hijo de José Menéndez, participan en la formación de la sociedad que hará construir el frigorífico de Río Grande, y cinco años más tarden repiten la experiencia en Puerto Deseado. Además Braun tendrá parte del capital accionario de los frigoríficos de Puerto Sara, Puerto Bories y Puerto Natales, todos localizados en Chile. El 24 de abril de 1918 fallece José Menéndez en la ciudad de Buenos Aires, donde se había radicado diez años antes. Sus sucesores deciden dividir a la sociedad ganadera Menéndez Behety, separando la administración de las propiedades que tenían en la Argentina de las que poseían en Chile. La presidencia de La Anónima será ocupada por Mauricio Braun. Mucho había sido el camino recorrido por José Menéndez desde que partiera de Asturias.
Los ganaderos de la pampa húmeda argentina, lo despiden como un par. Treinta y cinco años más tarde, el 7 de abril de 1953 fallece en Buenos Aires nuestro tercer protagonista y con Mauricio Braun desaparece el último de los reyes sin corona de la Patagonia.
Estos tres personajes dejaban un emporio económico y unieron las historias del sur Argentino y Chileno a la vez que fueron la materia elemental de una leyenda que abonó los sueños de tantos inmigrantes. Fueron hombres de su tiempo que con innegable sacrificio proyectaron luces y sombras a lo largo de su historia.

Narraciones

Fragmento de las narraciones de Julios Popper sobre la población ona

“Les atribuí poco desarrollo en sus facultades intelectuales. Desde entonces he podido cerciorarme de que no solo son susceptibles de llegar al más alto grado de perfección, sino que se hallan dotados de elevados y nobles sentimientos humanitarios, que tienen raciocinio sensato, que son magnánimos hasta el punto de saber perdonar a sus enemigos, que – más aún- llevan el desdén de la venganza, hasta compensar el mal con el bien, hasta convertirse en protectores de la raza que los persigue, conduciendo a náufragos varados en las playas hacia los puntos donde puedan encontrar auxilio.
Son padres afectuosos, tienen un acentuado cariño hacia sus hijos como los hijos hacia sus padres; llevan largo luto por los difuntos, pintándose al efecto el rostro de negro ..... Se lavan a menudo el cuerpo y el rostro usando como toalla un musgo amarillo, seco y suave, que pende en largas hileras sobre las ramas del haya fueguina.
Son Ladrones ! Exclaman los estancieros radicados en la parte chilena de la isla: nos roban las ovejas y destruyen nuestros cercados. Es bien cierto, pero pongámonos por un momento en el caso del indio. Desde siglos remotos el ona da caza a los escasos y ariscos guanacos de la isla, sin caballos, porque no los hay; sin perros adiestrados, porque la raza canina de la región, parecida al zorro, al canis dingo de Australia, sólo les sirve de almohada, de calorífero ambulante. El ona, armado de arco y flechas, espera a veces días enteros, oculto tras una mata, el paso de la res ansiada, que es propiedad común, que pertenece a toda la tribu; y “ay” si la flecha no mata, si se rompe, porque envuelve el trabajo de todo un día para fabricar otra. Mientras tanto las mujeres y los chicos se mantienen del tucu-tuco , pequeño roedor que pulula en Tierra del Fuego, su último recurso.
De repente un suceso inesperado viene a perturbar su vida de cazadores nómadas; un emigma curioso, extraño, se presenta a su vida estupefacta. Hombres de raza desconocida aparecen en el litoral, desembarcan y ponen en sus terrenos, de una sola vez, tres, cuatro, cinco mil ovejas, guanacos, blancos, mansos, agordos. Es un espectáculo nuevo, inesperado. De una parte, dos mil indios sin comida, pero hambrientos; de la otra, cinco mil ovejas y sólo tres o cuatro hombres. Qué significa este singular fenómeno ?, se preguntan los indios. En vano torturan sus facultades mentales para explicarse tan singular aparición; en vano consultan a los más ancianos, a las brujas; semejante cosa no rezan sus tradiciones. Serán mensajeros de alguna entidad misteriosa, algunos seres sobrehumanos que viene por fin a compensar al indio por las penurias que nunca le faltan ¿ Pero, cómo tres o cuatro hombres extraños han de comer ellos solos cinco mil guanacos blancos.? Esto es imposible ! Exclaman los indios. Y con un grito de júbilo se lanzan sobre las ovejas y se apoderan de algunas; un opíparo banquete ha de festejar suceso tan dichoso.
Pero una tremenda detonación interrumpe el festín, aterradores silbidos llenan la atmósfera. Aquí y allí cae mortalmente herido un hijo, un hermano. Piedad ! Misericordia .! Gritan los indios aterrados. No pensábamos ofenderos .! Pero gritan en vano, aquellos hombres ni los oyen ni los entienden. Exasperados acuden a sus arcos y contestan con una lluvia de flechas al inesperado ataque. Pero enemigo está lejos; en vano agotan sus aljabas; en vano se adelantan buscando cuerpo a cuerpo al adversario, es imposible; los proyectiles de plomo son inagotables, matan desde lejos.
Diezmados, agotadas sus fuerzas y sus flechas huyen, se esconden; necesitan de algún tiempo para darse cuenta exacta del singular suceso del que sólo conciben la enorme, la tremenda injusticia de que han sido víctimas en sus propios terrenos de caza; comprende que la aparición del guanaco blanco en sus dominios es la señal de una lucha cruel, eterna, de una lucha de exterminio.”


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