Sólo 220 kilómetros separan a El Calafate de esta villa, un paraíso para los amantes del trekking y para los montañistas que desafían el cerro Fitz Roy o el Torre.
Como todos los días, los servicios de transporte salen temprano hacia El Chaltén y en la terminal de ómnibus de El Calafate ya había varios mochileros y turistas extranjeros. Gracias al aeropuerto internacional, el cerro Fitz Roy, el Torre y el glaciar Perito Moreno están al alcance de la mano y se cotizan como los destinos más preciados de la Patagonia. Debíamos recorrer cerca de 220 kilómetros para llegar a El Chaltén. Salimos por la ruta provincial 11 para luego desviarnos por la nacional 40. En el kilómetro 90, el colectivo se detuvo en el parador Luz Divina, donde nos bajamos para tomar un café y probar la tarta casera que hace Raúl. A la hora del mediodía hay buenas comidas caseras o un asado criollo para los viajeros, incluso posee hospedaje para los que llegan muy cansados. Seguimos viaje, ahora por la ruta provincial 23. El día lentamente se despejaba y prometía una buena jornada para conocer el pueblo más joven de la Argentina.
El Chaltén fue creado en 1985, como estrategia geopolítica que permitió resolver los conflictos con Chile en el lago del Desierto. Su pequeño caserío fue creciendo en medio del sector norte del Parque Nacional Los Glaciares y cuenta apenas con 150 habitantes estables. Mucho por recorrer Lugar soñado por los montañistas de todo el mundo, El Chaltén ha sido declarado capital nacional del trekking. Más allá de la pomposidad del título, lo cierto es que en El Chaltén sobran motivos para caminar, porque los lugares y senderos para conocer terminan en paisajes tan agrestes como mágicos. La villa se recuesta sobre la margen noroeste del lago Viedma, entre el río de las Vueltas que da origen al Lago del Desierto, y el río Fitz Roy donde nace la laguna Torre. Su singular entorno natural se debe a la zona de transición entre la estepa patagónica y el bosque subantártico. Asentado sobre una antigua cuenca glaciar, El Chaltén está rodeado de cañadones precordilleranos, y vigilado por el glaciar Viedma y las agujas graníticas de los cerros Torre y Fitz Roy. Hay varios imperdibles. Uno de ellos es, sin dudas, la laguna de los Tres en la base del cerro Fitz Roy. Siempre que el cuerpo y las ganas de caminar aguanten, son cinco horas a ritmo sostenido para alcanzar esta laguna en la cima. Otra sugerencia, con mayor cuota de adrenalina es el trekking sobre el glaciar Torre y, para los aventureros más entrenados, la travesía de siete días por los campos de hielo. Paseo menos exigido pero muy recomendable por su belleza es la excursión al lago del Desierto, que puede hacerse en auto, Traffic o bicicleta y también excursiones lacustres por el lago Viedma, llegando al glaciar homónimo. De fácil acceso, uno puede vivir, parado en sus propios grampones, sus gélidos paisajes de grietas, cuevas y picos de hielo. En suma, El Chaltén es un magnífico rincón de la naturaleza austral. Para caminar, conocer y maravillarse.