El sendero está bien demarcado, es ancho y sin mucha dificultad. El origen de su nombre es desconocido pero muchos lo vinculan con los inmigrantes llegados de Austria.
La distancia es corta y la caminata muy sencilla, ideal para familias con niños y personas que buscan un paseo sereno y despejado. Según la estación del año, los colores de la naturaleza tiñen el entorno y cada tramo puede envolvernos en su magia de ensueños. Si eligen el otoño, la mejor época para hacer este paseo, los bosques de lengas impregnan el paisaje con sus colores ocres y rojizos para dar el tono otoñal tan característico de los bosques andino-patagónicos.
Incluso un paseo a fines de otoño puede darnos la grata sorpresa de unos copos blancos y algodonosos sobre el bosque, que muestra el toque encantador de Bariloche. Si optan por la primavera y el verano, las flores de amancay salpican de amarillo el verde frondoso del bosque.
El mirador de Piedra de Habsburgo cuenta con una infraestructura apropiada con barandas y una escalera metálica. La vista es maravillosa, una de las mejores panorámicas de Bariloche, con el lago Gutiérrez, el cerro Catedral, el cerro Ventana, las planicies semiesteparias y Arelauquen, el barrio más exclusivo.
Hay varias formas de acceder. Desde la confitería del Teleférico Cerro Otto no son más de dos kilómetros. Hasta allí se puede llegar en las “manzanitas rojas” o con auto particular tomando el camino que inicia en el km 1 de la avenida De los Pioneros; o los más intrépidos pueden aventurarse por una picada de mayor dificultad, algo empinada, que inicia por debajo de las torres del Teleférico, en el km 4,700 de la misma avenida.
La senda a Piedra de Habsburgo es un paseo contemplativo, ideal para los visitantes, pero también para los residentes de la ciudad que quieren un momento de encuentro con la naturaleza y un escape de la rutina diaria. Es importante llevar agua para hidratarse, ya que por la zona no cruza ningún arroyo de agua fresca. Si la suerte acompaña, quizá puedan observar la majestuosidad del vuelo de un cóndor y quedar maravillados con este regalo de la Patagonia. Una caminata para repetir.
Miriam Coronel
Interpatagonia.com
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