En la ciudad de los ríos, el tren centenario nos invita a viajar al pasado mientras nos envuelven los paisajes del sur.
En Valdivia, aún late el eco de los viejos ferrocarriles del sur. Durante décadas, “El Valdiviano”, como fue bautizado por los turistas, fue mucho más que un tren: era la puerta de entrada a paisajes de bosques siempre verdes, humedales y riberas que acompañan el curso del río Calle - Calle. Declarado Monumento Nacional en 2009, este convoy de locomotora a vapor tipo 57 Nro 260, fabricada en 1913, y vagones de la década de 1920 se convirtió en una experiencia inolvidable para quienes buscaban una excursión diferente.
Subir a sus antiguos coches era como retroceder en el tiempo. El lento compás de las ruedas, el silbato que se mezclaba con el murmullo del río y el aroma a carbón despertaban la nostalgia de una época en la que el tren unía pueblos y culturas.
Hoy, el servicio turístico regular se encuentra suspendido desde 2019, por dificultades logísticas, falta de inversión y la pandemia, pero la historia de El Valdiviano no parece apagarse todavía. Diversas agrupaciones locales y la Ruta del Vapor trabajan incansablemente para que la locomotora vuelva a transitar sus vías.
Mientras tanto, esta pausa no le ha sacado encanto a su experiencia. Se organizan paseos patrimoniales, visitas guiadas y exposiciones que permiten a los visitantes conocer de cerca la imponente máquina. Recorrer la estación, ver de cerca la caldera y escuchar los relatos de antiguos maquinistas es casi tan fascinante como el viaje en sí. Además, la zona ofrece senderos, miradores y espacios para degustar la gastronomía local, lo que convierte la visita en una jornada completa para toda la familia.
El valdiviano sigue siendo un recordatorio de que proteger y preservar las raíces de un pueblo es fundamental para su identidad. Cada esfuerzo por recatar el tren es, en realidad, un homenaje a la historia ferroviaria de Chile y a la memoria colectiva de Valdivia. Cuidar este patrimonio es la clave para que las próximas generaciones puedan sentir de nuevo el silbido del tren atravesando los ríos y los bosques que guardan la esencia del sur chileno.
