Separados por las aguas del lago Nahuel Huapi, estos dos lugares emblemáticos del Sur argentino se pueden visitar en excursiones colectivas o en forma privada.
Una excursión lacustre que parte de Puerto Pañuelo en San Carlos de Bariloche unifica dos de los destinos más requeridos por los turistas: la isla Victoria y el Bosque de Arrayanes. Se los visita a vuelo de pájaro y nos llevamos de ellos un gran recuerdo. Pero también hay otras maneras de abordarlos.
La isla Victoria, la de mayor volumen dentro del lago Nahuel Huapi, pertenece al parque nacional del mismo nombre. Desde Bariloche, además de los catamaranes, se cruza a la isla en lanchas particulares o por intermedio de alguna agencia de turismo. Así, se permanece allí el tiempo que cada uno elija para adentrarse en sus bosques y recovecos mediante una visita guiada.
En uno de nuestros viajes sin apuros, descubrimos que solo una tercera parte de su extensión puede visitarse; el resto es zona de reserva de especies autóctonas. Nos contaron historias de vida de los pueblos originarios y sus pinturas rupestres y también de quienes fueron sus primeros turistas a inicios del siglo XX.
Realizamos caminatas muy sencillas en las que destacamos su vivero forestal, el cerro Bella Vista, sus miradores y las distintas playas y puertos no tradicionales. Costas rocosas cortadas a plomo y espacios en los cuales tomar sol junto a las aguas profundas contrastan con los celestes de nubes y cielo y los verdes del follaje. Encontrá aquí tu alojamiento en Bariloche
Una hostería trepada a uno de los acantilados es una buena opción para dormir en ese paraíso sureño y despertar cada mañana con la ilusión de realizar una cabalgata, una “bicicleteada” o un buen trekking por los senderos de la isla.
Algo similar sucede con el Bosque de Arrayanes. Situado en la península de Quetrihué, en las cercanías de Villa La Angostura, se visita tanto desde Bariloche como desde esta última población.
El solo hecho de adentrarse en su ambiente húmedo, de tonos canela intenso y percibir un aroma similar a los azahares significan una ocasión única; en el mundo, no se encuentra otro de las mismas características.
Tanto la isla Victoria como el Bosque de Arrayanes, en sus jurisdicciones separadas, nos hicieron sentir en profundidad sus aromas penetrantes, el sonido de las ramas meciéndose y el canto de los pájaros. Simplemente por habernos internado en sus entrañas con más tiempo y disposición.
Mónica Pons
Gentileza Cau-Cau
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