Día de ataque a la cumbre
02:00 : Despertar. Nos espera uno de los días más largos y agotadores. Comenzamos a levantarnos y a acomodar nuestros bártulos. Mientras el ayudante de montaña prepara el desayuno, el guía evalúa si las condiciones climáticas nos permitirán intentar el ascenso hasta la cumbre.

02:15 : Desayunamos algo calentito, acompañado con galletitas, nueces, avellanas y pasas de uva, que aportan vitales calorías para consumir durante la jornada. Nos abrigamos, y nos ponemos protector solar en el rostro y crema de cacao en los labios. Cargamos la mochila con abrigo, comida y líquido, dejando las cosas que no utilizaremos en el refugio. Tiempo de ajustes finales.
02:30 : El majestuoso amanecer nos regala un cielo rojizo que parece prenderse fuego. Atónitos, contemplamos la alborada y comenzamos a percibir el tibio calor de un sol distinto a otros… el sol del Lanín.
03:00 : Comenzamos a ascender. Luego de unos pocos minutos, el guía nos indica que debemos ponernos los grampones para continuar. Una vez que están bien ajustados, continuamos la marcha en “travesía”, es decir, subimos la pendiente realizando pequeños zigzag sobre la misma. Para caminar correctamente con esta parte del equipo mientras se sube, es necesario asentar primero la punta del grampón y terminar el movimiento del pie apoyando el talón, quedando de esta manera todas las puntas del mismo apoyadas en la nieve. Cuando se realizan paradas o cambios de travesía es importante quedar siempre frente a la montaña, disminuyendo de ese modo los posibles resbalones.

05:00 : Tiempo de fascinación. Al llegar al refugio C.A.J.A. (Club Andino Junín de los Andes) la postal es única e inolvidable. Desde este punto, ubicado a los 2.600 m.s.n.m. logramos observar a los volcanes Llaima, Quetrupillán, la laguna Huaca Mamuil, y las conformaciones pétreas conocidas como “La Peineta” y el “Colmillo del Diablo”. Una alfombra de nubes grises abraza al resto de los cerros circundantes.
05:30 : Luego de descansar nuestros sentidos unos instantes e hidratarnos, continuamos la marcha hasta el Plato de los 3.000 m.s.n.m. La pendiente se intensifica, el cansancio se apodera de nosotros, pero tranquilos y constantes nos vamos aproximando.
06:30 : Llegada al Plato de los de 3.000 metros. Pasamos un promontorio de roca que nos conduce a la Canaleta del silencio, desde donde observamos la soberbia cumbre como un testigo silencioso de nuestro paso. Transitamos por la canaleta que nos llevará directamente a la cima.
07:15 : Continuamos por la Canaleta del silencio manteniendo el mismo ritmo de marcha. En este punto aparece el volcán Villarrica. Maravillados ante la nueva perspectiva recargamos nuestras fuerzas para llegar a la pre-cumbre.
08:00 : En la pre-cumbre comenzamos a utilizar las piquetas. La ascensión continúa siendo en travesía. La ansiedad por llegar se intensifica. ¡Vamos que falta poco! –nos alienta el guía.

9.00 hs.: Hacemos cumbre y todos los sentidos quedan sujetos a la inmensidad del paisaje que nos rodea. ¿Cómo explicar la emoción de estar allí? Enclavado en el conocido “Cinturón de fuego del Pacífico”, el volcán Lanín posee un lugar de privilegio en los Andes. En la cima giramos 360º, observando los volcanes Villarrica y Mocho hacia el lado de Chile. Al sur vemos el cerro Tronador, el Puntiagudo y, en la lejanía, el volcán Osorno. Hacia el norte, una vez más, contemplamos el volcán Llaima y, más abajo, el cerro Peineta. Desde la cima, los lagos Tromen, Huechulafquen y Paimún parecen ser apenas unos charcos de agua. Una tranquilidad y una armonía sin igual nos invaden cuando reaccionamos: estamos en lo alto de la Patagonia. Comienzan los festejos: descorchamos vino y champaña, deseando que los minutos sean eternos, que se congelen como el glaciar que estamos pisando.

Esto es como la vida misma…” –reflexiona pensativo nuestro guía– “Es como cuando uno se propone un objetivo y hace todo lo que está a su alcance para conquistarlo”. Aquella frase inicial resuena en nuestro interior, pues era verdad: en aquel rincón remoto nos estábamos explorando a nosotros mismos.
09:45 : Luego de sacar fotos y de disfrutar de las distintas panorámicas, levantamos la basura que ocasionamos y nos preparamos para emprender el regreso al refugio.

10:00 : Comenzamos a descender. La técnica para bajar con los grampones es similar a la de la ascensión, con la diferencia que primero se debe afianzar el talón y después el resto del pie. Extasiados por el momento fraternal que vivimos en la cima, fuimos descendiendo. Las paradas de descanso las efectuamos en el Plato de los 3.000 metros, en el refugio C.A.J.A. y unos metros antes de llegar al R.I.M. 26, donde el guía y su ayudante nos enseñaron cómo trabar las piquetas en caso de algún resbalón –una explicación que nunca está de más y que nos puede servir para futuras ascensiones–. Aprovechando la nieve, nuestro guía decide que descendamos por La Canaleta, utilizando los grampones y la técnica de descenso aprendida la tarde anterior. Luego, en la intersección del Camino de mulas y La Canaleta nos sacamos los grampones y continuamos descendiendo por la Espina de pescado. En el camino, nos vamos hidratando.

Abandonando la senda y, con ella, la base del Lanín. Entramos en el bosque de lengas. Allí realizamos una parada de ajuste para acomodar los equipos. Una vez más, apreciamos la imagen del volcán. Nos resulta extraño pensar que unas horas atrás estuvimos parados en su cima. Con un gesto de respeto saludamos al volcán y nos internamos en el bosque.
18:30: Llegamos a la Seccional Río Turbio del P.N.L. y nuestro guía da aviso de nuestro retorno.
19:00 : El transfer pasa a recogernos por el puesto del guardaparque para llevarnos nuevamente a San Martín de los Andes. Contentos porque ninguno de los participantes tuvo mayores problemas al realizar la ascensión, somos felicitados por el guía de montaña y su ayudante por el éxito obtenido. Internamente sabemos que hemos homenajeado a la libertad de nuestro propio ser.

Nota: No siempre es posible llegar a la cumbre, debido a las posibles inclemencias del tiempo que, a esta altura, es el que determina el logro del objetivo, además de las cuestiones de seguridad o físicas que siempre son decididas por el guía.