La ceremonia del té en San Martín de los Andes

¿Se puede amar un lugar al punto de dejarlo todo por él? ¿Puede una persona elegir el destino de otras sin siquiera haberlo pensado? Una casa de té, una pequeña aldea de montaña y mucha, mucha magia…

El paso del tiempo enseña a mirar, pensar y vivir distinto. La experiencia, para muchos, se alcanza con la acumulación de años, décadas, hijos, nietos. Gracias a ella, el ser humano aprende a darse cuenta de infinitas cosas, incluso de cómo funciona la magia. ¿Qué es la magia? ¿Existe realmente la magia? Cuando hablamos de magia, no hablamos ni de varitas ni de cartas ni de conejos ni de galeras negras ni de aquellos que se ganan la vida engañando gente con realidades que en verdad son meramente trucos perfectamente logrados. Hablamos de otra magia. Trataremos de ser más explícitos. Esta magia se refiere a aquellos lugares que parecen mágicos literalmente, que tienen una o muchas cualidades sobrenaturales difíciles de explicar o más bien inexplicables para nosotros, los hombres. Esos lugares que funcionan de límite y que luego de conocerlos nos obligan a pensar el verdadero sentido de nuestras vidas, el famoso cómo seguimos.

Una loca linda…

  • Fundada en 1936

    Fundada en 1936

  • Declarada patrimonio histórico y arquitectónico

    Declarada patrimonio histórico y arquitectónico

  • El referente de la tradición del té

    El referente de la tradición del té

  • La mejor vista al lago Lácar

    La mejor vista al lago Lácar

  • Mucha magia…

    Mucha magia…

Algo así, no hay duda, le ocurrió en el año 1936 a Renée Dickinson, una joven inglesa cuyo espíritu aventurero la hizo conocer a sus apenas 26 años el pequeño poblado cordillerano de San Martín de los Andes, donde quedó maravillada con una planicie desde la que podía tener increíbles vistas del lago Lácar y de la cordillera de los Andes. Ella era modelo de la conocida tienda Harrod’s, quería ser actriz y había tenido papeles chicos en algunas películas intrascendentes, pero cuando conoció este lugar su destino cambió por completo. Se contactó con Parques Nacionales y se enteró de que se podía comprar un terreno de tres hectáreas para construir algo relacionado con el turismo. No tenía idea de qué, pero sentía un llamado obligado, necesario. La magia le marcaba que era aquí donde debía quedarse, y aún sin imaginarlo su decisión cambiaría para siempre la vida de su hermano Barney y de su futura sobrina Janet. Autorizada por Parques Nacionales, Renée se propone construir una casa de té y una de las primeras hosterías para albergar visitantes, y fue con el nombre de “Arrayán” como se bautizó el novedoso emprendimiento. El nombre fue propuesto por sus amigos más íntimos, ya que la contextura física de Renée era muy similar a esos árboles: alta, delgada y con su pelo rojizo como la corteza de los arrayanes. En lengua mapuche “arrayán” significa “lugar adonde caen los últimos rayos del sol”. El espíritu pionero y de aventura de Renée tropezó con su mala suerte en la vida sentimental y con su vulnerable salud. Luego de un matrimonio que duró poco más de un año (se casó en Uruguay con un periodista inglés que no quería vivir en la montaña), un cáncer inesperado concluyó con su vida en 1943, a sus 34 años.

El hermano Barney

Su hermano Barney Dickinson, piloto de la Royal Air Force (Fuerza Aérea Británica), se hizo cargo de Arrayán junto a su mujer. Ambos decidieron continuar con el sueño de Renée. Con mucho esfuerzo y esmero, convirtieron la casa de té y la pequeña pero cada vez más concurrida hostería en un emblema de San Martín de los Andes. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, Barney debió viajar a Europa y enrolarse en la guerra. Dejó todo en manos de su padre, su mujer y su pequeña hija Janet. Una vez finalizado el conflicto bélico, Barney regresó a la Argentina, se jubiló como piloto y continuó el ahora sueño familiar. Barney rápidamente se integró a la comunidad de la pujante ciudad y fue un referente del montañismo y del esquí local como uno de los instructores pioneros del cerro Chapelco. Amante de la literatura y un verdadero entendido de lo que dejó la guerra, Bernardo Dickinson (Barney para los amigos) fue quien le trasmitió el amor por el esquí y el camino de la lectura y las letras a su hija Janet, quien lentamente, y ante el cansancio y la edad de sus padres, se iría haciendo cargo del futuro de la hostería y de la casa de té.

La sobrina Janet

Janet era instructora de esquí en Bariloche hasta que San Martín de los Andes pasó a tener su propio centro de esquí invernal: el cerro Chapelco. A esa actividad estable que atrae turistas (…y trabajo) durante todo el invierno se sumaban sus conocimientos de repostería europea (aprendidos mirando a su madre), que lograron que la casa de té, con sus infusiones y tortas únicas, se convirtiera en un paso obligado de todo aquel que anduviese visitando la zona. Desde la temporada de 1978 (conflicto con Chile que hace que no vayan turistas a la Patagonia) hasta la temporada de 1999, Janet lleva a Arrayán a vivir sus años de mayor esplendor y reconocimiento. Un claro ejemplo es cuando en el año 1995, Arrayán es declarado patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad de San Martín de los Andes. Antes del año 2000, Janet vendió su propiedad a los actuales dueños. La historia contará que se dedicó a otra de sus pasiones favoritas, la literatura, y que este hermoso arte (trasmitido por su padre) la llevó a escribir cuentos, poesías y novelas, y a relacionarse con otros artistas e historias de vida tan notables como la suya. Murió hace muy poco, en el año 2015. Hoy, a casi 80 años del momento en que una joven inglesa de 26 años quedaba deslumbrada por ese lugar, Arrayán todavía posee su magia. La misma que cautivó a Réene, la que siguió con su hermano Barney y que finalmente se arraigó en el corazón de su sobrina Janet. Esa magia que tienen algunos lugares que, cuando se los conoce, logran cambiar personas por completo y que siempre esperan nuevos aventureros para salvarlos de sus vidas rutinarias y grises, para tocarlos para siempre con su varita, con su galera o con su conejo de la suerte. Y donde ya después nada volverá a ser igual. Con espíritu de montaña A minutos de San Martín de los Andes, Arrayán - Casa de Té y Hostería, fue inaugurada en el año 1939. El proyecto arquitectónico fue realizado por el arquitecto Cullen, uno de los discípulos del reconocido Alejandro Bustillo. Hoy, a casi 80 años, el lugar despliega para el visitante los mismos atributos que cautivaron a Renée y a su actual nuevo dueño, Raúl Pont Lezica, quien se propuso continuar con la magia que emana del lugar, tanto para los turistas como para los vecinos de la siempre linda San Martín de los Andes. La Ceremonia del Té A casi 80 años de que abriera sus puertas, Arrayan sigue siendo hoy uno de los referentes de la tradición a la hora de tomar el té en San Martín de los Andes. Por su casona y sus miradores pasaron miles de parejas que eligieron el lugar durante su luna de miel, costumbre que aún hoy se mantiene intacta. En la casona declarada patrimonio histórico y arquitectónico de la ciudad, todas las tardes se da inicio al ritual inglés del té, que se extiende hasta compartir los últimos rayos del sol de Arrayán, antes de que todo se oscurezca y comiencen a resplandecer las interminables lucecitas de San Martín de los Andes.

Autor Pablo Etchevers Fotografo Eduardo Epifanio

Contacto de la excursión o paseo


Arrayán

Circuito Arrayán - Km 4, San Martín de los Andes, Neuquén, Argentina

Teléfono Teléfono: +54 2972-424811 Celular Celular: +54 2972-530455

Mapa de ubicación


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